Joaquín Sastre se llevó un día a su novia a Marineland. A Carolina,
cuando se lo dijo, le encantó la idea de pasar una tarde en el
delfinario, «ya que -según nos explicó- tiene delfines de todos los
tamaños y colores en su cuarto». Delfines de papel, en fotografías
o en dibujos, «que no al natural», aclaró. «En estas situaciones
uno tiene que contar con varios cómplices. Y yo los tuve. Por una
parte, Debora, la entrenadora, a quien cuando le conté mi idea le
encantó, por lo que se puso a preparar los delfines para que
hicieran, sin fallos, lo que pretendíamos: que dos llevaran a otro
entrenador que portaría una cartel en el que se leería lo de
'Carolina, ¿quieres casarte conmigo?'; que otros dos tirarán de la
barca en que iría su primito con la caja del anillo; y que otro
cruzara la piscina con una flor para entregársela a ella. También
tuve de mi lado a su padrino, su novia y los dos primos de
ella».
Y llegó el día, y se fueron los seis a Marineland. Todos los que lo
tenían que saber, lo sabían, excepto ella, que no tenía ni idea de
lo que iba a ocurrir en un futuro inmediato.
Los delfines del amor
La tarde en que Carolina Serrano fue con su novio aMarinelad y éste le pidió que se casará con él
22/03/05 0:00
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