Sus pequeños vagones acogieron a los primeros pasajeros de la temporada. Foto: S. AMENGUAL

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La Platja de Palma ha recibido a la primavera con el restablecimiento del servicio del tren turístico de la EMT, aprovechando la afluencia de visitantes durante las vacaciones de Semana Santa. Un popular medio de transporte y paseo que comienza a las diez de la mañana y finaliza a las cinco de la tarde, manteniendo una frecuencia de treinta minutos, hasta totalizar catorce viajes al día. Según pudimos comprobar en su primer día de la temporada, los dos trenecitos, uno rojo y otro verde, compuestos por tres vagones con capacidad para 18 pasajeros cada uno, tirados por dos máquinas inspiradas en las clásicas de vapor, ya atrajeron a sucesivos pasajeros que, si bien distaron en términos cuantitativos de los niveles que se alcanzan en verano, mantuvieron una constante animación a lo largo de la primera línea de playa.

Se da la circunstancia de que esta línea de carácter estacional, que se incorpora apenas llega el buen tiempo y se mantiene hasta finales de septiembre, realiza el mismo trayecto ampliado del año pasado, iniciando el itinerario en Cala Estància hacia el Clot d'en Bernadet para volver por la calle Congre al Camí de Can Pastilla, lugar donde recupera el itinerario por la primera línea de playa, llegando al balneario 1. Desde este punto comienza la ruta en sentido contrario con continuas y rápidas paradas, muchas de las cuales coinciden con la ubicación de los principales hoteles.

En un plazo aproximado de un mes se prolongará el servicio hasta las nueve de la noche y en verano permanecerá activo hasta la una o las dos de la madrugada. Además, durante la temporada alta se incorporarán dos vehículos más a la flota, para atender la demanda y reducir a la mitad el tiempo de frecuencia. El servicio del trenecito turístico dio comienzo en 1988, haciendo uso del mismo un total de cien mil usuarios. Este éxito inicial animó a mantenerlo desde entonces sin interrupción durante seis meses al año, por lo que su estampa forma parte ya del paisaje playero de Can Pastilla a s'Arenal.

Gabriel Alomar