La Familia Real, casi al completo -faltan los Príncipes de
Asturias-, está en Palma desde el pasado miércoles por la tarde. El
primero en llegar fue SM el Rey. Lo hizo el lunes a mediodía.
Cuentan que en su primer almuerzo mallorquín tuvo ocasión de
saborear la sobrasada casera, tanto picante como no picante.
Durante los dos primero días -lunes por la tarde y martes- estuvo
bastante tiempo en eFortuna. En la tarde del lunes se tiró cerca de
cuatro horas a bordo, sin salir del puerto; al día siguiente, el
yate real con él a bordo, se hizo a la mar a hora temprana para
regresar a mediodía. La Reina parece ser que se encontraba en
Grecia de donde regresó el miércoles, reuniéndose en Marivent con
su esposo, los Duques de Palma, que habían estado con anterioridad
unos días en Baqueira- y sus hijos, y la Duquesa de Lugo -que había
regresado con su esposo de Marraquech- y los suyos.
Aprovechando el buen tiempo que reina en la isla, los primeros
días los han dedicado a las compras y a salir con los más pequeños
de la casa a la playa. En una de esas salidas se les unió Rosario
Nadal con dos de sus hijas. A todos los sorprendimos en una playa
de Poniente. El Duque de Palma vestía pantalón corto, mientras que
a su esposa se le notaba el estado de buena esperanza en que se
encuentra. Lo primero que hicieron fue retratar a los niños, que se
sentaron de espaldas al mar. O mejor, tres fotos, ya que detrás de
otras tantas maquinas se situaron la Reina y sus dos hijas, doña
Elena y doña Cristina, mientras que el Duque de Palma, que se
tomaba una cerveza de lata, y la princesa de Preslav, guapa y
elegante, como acostumbra, y con la melena algo revuelta a causa
del viento, contemplaban la escena.
Luego, tras una charla que Iñaki les dio sobre la arena, jugaron
un partido de fútbol. Doña Elena se puso de portero. Juan Valentín,
el mayor de los Duques de Palma tiene buen estilo y excelente toque
de balón. Podemos estar ante una figura en ciernes. A mediodía, se
fueron a Porto Cristo, incluido don Jaime de Marichalar. Visitaron
las Cuevas y luego comieron delante del mar. Como no podía ser de
otro modo dado el día espléndido que hacía. Al almuerzo se sumó
Kiril de Bulgaria.
Pedro Prieto
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