La tan popular Fira del Ram se remonta al siglo XIX. El libro «Ca
Nostra», de Fàbregas i Cuixart, cuenta su génesis, muy cerca del
Hospital Militar. «Existía un convento antiguamente conocido como
el de Santa Margarita, y era el mismo edificio que hoy aprovechan
los militares como bonito hospital. En él vivían monjas, y cada
año, al llegar el Sábado de Pasión, acostumbraban a colocar una
reliquia de Cristo. A principios del siglo XIX acudían los devotos.
En tiempo de fiestas patronales y cívico-religiosas de los barrios,
se solía colocar junto al sagrado recinto de la iglesia un cierto
número de tenderetes y en ellos se vendían estampas».
A principios del siglo XX los tenderetes e instalaciones de
comida comenzaron a crecer. En 1918, frente al mismo jardín de Ca'n
Poio, dando la espalda a la casa de Ca'n Reynés, vino a la feria la
primera churrería, llamada «La Vallisoletana». Fàbregas i Cuixart
recuerda que «fue la primera montada en Palma, y por primera vez se
expendieron al público las patatas fritas a la inglesa, además de
churros, picatostes y otras chucherías. El 'real' de la feria,
según nosotros los conocimos, se componía de 3 ó 4 tenderetes,
situados en un ángulo que se formó frente al muro del jardín de la
Misericòrdia y adosado a las ruinas de la antigua puerta de Jesús
(actualmente derribada). Poco a poco, la feria se fue extendiendo,
y bajando hasta las Ramblas. Al principio, había un sencillísimo
carrusel propiedad de una familia de napolitanos. Cobraban cinco
céntimos a los niños, diez a los adultos. Los militares iban al
gran 'salón del pim, pam, pum'. Los tiradores, al dar a la diana,
hacían saltar un mico que naturalmente asustaba a las bellas que
contemplaban la puntería del futuro Don Juan. Cinco balines valían
dos céntimos».
La Fira del Ram se iba haciendo cada vez mayor. Ya en los 70,
las principales atracciones se instalaban en la plaza del tubo,
mientras que la Rambla seguía ocupada por los tenderetes. En los
80, la feria se trasladó frente a la Catedral, en los descampados
que más tarde integrarían el Parc de la Mar. Posteriormente, las
atracciones se montaron en el parque de Levante, hasta su actual
ubicación. Desde sus inicios, la Fira del Ram, que antiguamente se
llamaba Feria de Ramos, ha acogido a una gran cantidad de personas
que acudían a la misma en busca de diversión. Con el paso del
tiempo, las atracciones se han ido modernizando, aunque muchas, las
más tradicionales, han permanecido. Además de disfrutar en las
diversas atracciones, el público también ha probado suerte en los
distintos tenderetes y tómbolas. A nadie le serán indiferentes
algunos de los refranes populares que cantan a grito pelado los
feriantes para atraer la atención. Lo cierto es que la feria es una
de las citas obligadas de los ciudadanos de la Isla cada año.
Toni Limongi
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.