«El papel de virgen, esposa y madre que ha venido sosteniendo
históricamente la Iglesia católica para describir a la mujer ideal,
una mujer en singular, esencia única y universal, constituye un
atentado físico, moral, espiritual y jurídico contra las mujeres en
su riqueza y diversidad», manifestó ayer Rosa Cursach Salas,
presidenta de la organización 'Creients y feministes', que organizó
ayer en la Porciúncula el XIV Encuentro de Mujeres y Teología al
que asistieron unas 150 mujeres de toda España.
En el mismo expuso la intención de este encuentro: «Tenemos
claro que queremos plantear la cuestión de la complicidad de las
religiones en la violencia de género».
La primera ponencia del encuentro corrió a cargo de María José
Arana Benito del Valle, religiosa del Sagrado Corazón, doctora en
Teología, diplomada en Sociología y maestra.
Con el título «¿Cómo ha influido y cómo influye la religión en
la violencia contra las mujeres?» Arana planeó sobre la moral de
Tomás de Aquino, pasando por Pablo VI y, como no, Juan Pablo II. A
lo largo de su intervención dejó claro que la doctrina oficial de
la Iglesia oprime a las mujeres e invita a que éstas acepten el
victimismo como consustancial al ser mujer.
Arana hizo asimismo un recorrido por figuras míticas como Eva.
Signo del mal por excelencia de la tradición judeo cristiana que ha
introyectado en el género femenino un sentimiento de culpa y
debilidad sobre el que la Iglesia católica, al igual que otros
cultos, ha estructurado un modelo opresor y discriminativo que
mantiene en la actualidad, apuntó Arana.
«No podemos acceder al sacerdocio porque el sacerdote significa
la perfección de Cristo; ¿cómo puede un ser imperfecto como la
mujer acceder al mismo?», se preguntó ayer Arana.
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