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Magaluf, anoche, era una fiesta. Punta Ballena, sobre todo, estaba rayando el desmadre. «Y eso no es nada si lo compara con cómo se pone esto los fines de semana -nos decía un relaciones públicas callejero, a razón de 40 euros por noche-. Y es que esta zona se ha convertido en el mejor lugar para las despedidas de solteros de ingleses». ¿Que por qué? Por varias razones. Pero sobre todo, por tres fundamentales: precios de avión, rapidez del vuelo y precios de las copas. «Con doscientos euros, todo incluido -seguía contando nuestro hombre de la calle-: vienen, comen, cenan y desayunan, y encima les queda para tomarse copas». Así de simple. Incluso hay otros, expertos en Internet, que buscan a través de, por ejemplo, www.magallufcheapacomodation, u otras, y encuentran alguna oferta tipo sit only que te trae a Mallorca por treinta euros, ida y vuelta, y una vez aquí te buscas la vida para hospedarte, «que en esta época del año lo encuentras por 30 y 40 euros día». Y el resto, comer y divertirte, se lo busca cada uno como puede, ya que en Magaluf se come hasta en los locales que tienen permiso de restaurante. «Aunque lo de la comida tampoco es problema, pues se levantan tarde, desayunan por tres euros, cenan de una hamburguesa por dos, y antes de meterse de nuevo en la cama vuelven a desayunar. El resto es para copas; por ejemplo, dos cervezas por cinco euros. Incluso menos».

¿Y qué puedes ver hoy en Magaluf? Pues aparte de esos grupos de amigos y amigas que, a cambio de unos pocos euros, llegan por dos días para celebrar la despedida de soltero de uno de ellos, y que los distinguirás porque van disfrazados, unas de hawaianas, otras con el pelo teñido, otros de trogloditas escoceses y otros de paisano. También viene gente entre 30 y 50 años, que se pasan el día en la playa, y por la noche cenando en el hotel, y los que no, en la calle, a base de platos combinados y hamburguesas, y luego tomando copas hasta el amanecer, unos en bares, otros en discotecas.

Alrededor de las dos de la madrugada, sobre todo en fin de semana, aparecen las prostitutas, negras en su mayoría, acompañadas de sus respectivos proxenetas, que las colocan en sitios estratégicos, frente al pasadizo que conduce al descampado, o cerca de la playa. En el primero invitan al cliente, posiblemente borracho como una cuba, a pasar con ellas a la oscuridad, en el segundo, a hacer el amor sobre alguna tumbona. En ambos lugares, cuando menos se lo espere el pardillo, aparecerán los macarras que por las buenas o por las malas le limpiarán. Por norma general nunca hay denuncias, porque ¿cómo va a contar uno que además de pagar por un servicio que no ha tenido, encima le han dejado sin una libra en el bolsillo? Y quien dice eso dice sin reloj, y hasta incluso sin ropa. ¿Vigilancia? La hay, claro, un par de coches con una pareja de policías locales en su interior. Pero es una vigilancia insuficiente si se produce algún desmadre multitudinario. Desde luego, causan menos impacto que el servicio de seguridad que tienen algunos establecimientos, cuya simple presencia impone. De ello se debió dar cuenta el sábado por la noche el alcalde Delgado cuando, según nos contaron, salió a patrullar, cosa que está bien, que el alcalde salga del despacho para enterarse de la problemática de la noche. Hoy, por ejemplo, puede haber cierto alboroto durante el Liverpool-Inter, final de la Copa de Europa. Si ganan los ingleses, sus hinchas seguramente se querrán divertir para celebrarlo, si pierden, puede haber cierto cachondeo por parte de los seguidores de Manchester, Chelsea o Arsenal, que a buen seguro se alegrarán por la derrota de los «diablos rojos», lo cual terminará de cabrear a los incondicionales de éstos. Así que al loro. Y... ¿es rentable este tipo de turismo? Para quienes viven de él, lo es, pues vale más muchos que ese turismo de calidad por el que sueña, año tras año, la Conselleria de Turisme de turno, y que no termina de desembarcar. Por tanto, y mal que nos pese, no se debe despreciar, ni menoscabar.

Pedro Prieto