Un estudio que acaba de hacerse público revela unas actitudes
más que preocupantes entre los alumnos de Primaria de Balears, que
manifiestan rechazo hacia los niños extranjeros en un porcentaje
que supera el 36 por ciento. Sin embargo, no es éste el dato más
negativo del informe, pues también se pone de relieve que uno de
cada cuatro profesores en este ámbito considera que la inmigración
constituye «un peligro para nuestra sociedad».
Los resultados de este estudio nos plantean interrogantes de
dimensiones apabullantes. ¿Qué clase de valores estamos
transmitiendo a nuestros hijos? ¿Qué actitudes hacia las personas
de otra raza, de otra religión, de otra clase social están
percibiendo a diario en casa, en la escuela, en la calle? Que los
niños adopten unos criterios u otros depende, a la postre, de lo
que nosotros, los adultos, les inculquemos. De ahí que lo más
preocupante de todo este asunto sea la escala de valores que, al
parecer, hemos hecho nuestra.
Sin duda habrá que tomar medidas -algunas ya se están
promoviendo- extraordinarias para atajar este brote de racismo o de
xenofobia que se está instalando en nuestra sociedad. Dotar de
medios a los colegios para fomentar el conocimiento de otras
culturas y de otros países sería lo más urgente. Pues es el
conocimiento el que nos abre las puertas de la tolerancia y del
respeto.
Si ya desde la infancia se establecen estas barreras, estos
prejuicios, basados únicamente en la ignorancia y el temor a lo
desconocido, el futuro más inmediato está en entredicho. El talante
tolerante y hospitalario que siempre ha caracterizado al pueblo
balear no puede irse al traste precisamente ahora, cuando la
inmigración se ha convertido en un fenómeno de proporciones
considerables.
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