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Joan Carles Palos (Everest)
Nadie le esperaba tan pronto en el aeropuerto de Katmandú. Eran las siete y media de la mañana, sin embargo él estaba allí, derecho debajo de un porche de uralita y hierros oxidados que simulaba ser una terminal de llegadas domésticas, para recibir a sus viejos amigos. Después de un mes en el que «he estado un infierno», Jopela quiso dar ayer una sorpresa a sus compañeros con una emotiva bienvenida.

Jopela defendió la opción tomada por Oli y los dos Tolos, ya que «no piensas igual aquí que allí arriba. Creo que, atendiendo a las circunstancias, el grupo hizo aquello que era lo más correcto. La decisión era difícil y no puede valorarse estando lejos, tienes que estar en el lugar y a más de cinco mil metros para saber cómo cambian las cosas. Me gustaría que tuviesen una segunda oportunidad, nunca había visto un grupo tan fuerte y tan unido».

La calidez de los abrazos manifestaba el largo periodo que habían estado separados. Sin embargo, en ningún caso podían esconder la sensación de contrariedad que compartían después de haber decidido abandonar la ascensión al Everest. «He sentido mucha rabia de no poder estar con ellos para darles apoyo en los momentos más difíciles», afirmó el escalador.