El artista había utilizado el formato semicircular en otras
ocasiones, «hace muchos años», pero siempre para «regalar a
invitados». «Trabajar sobre un abanico no ha supuesto ningún
problema para mí. Tan sólo he tenido que cambiar de formato. Ha
sido como si pintara sobre un lienzo». El resultado, el mismo que
hoy puede verse en sus obras. «Es el reflejo de mis cuadros». Unos
cuadros que en la actualidad nacen en tonos monocromos, «blanco y
negro y diferentes grises», y un abanico que también ha surgido en
blanco y negro. «He dejado el color por una temporada. Me gusta ir
variando porque cuando llego a conocer algo me aburro». Cambiar
implica «ponerle un poco de sal a la vida».
Bird reconoce que abandonando el color, su obra puede haber
ganado en crudeza. «Es fácil hacer algo bonito y sencillo,
aceptable». Algo que, al artista, no le interesa. «Mi intención es
quedar satisfecho con mis obras». Para el autor, «una pintura debe
ser como la escritura, legible, pero la interpretación tiene que
hacerla el espectador». De ahí que cada cuadro tenga múltiples
visiones, una por observador.
«Mi pintura casi siempre surge de un gesto que intento no
corregir. Si la retoco, lo hago mínimamente». Si Bird no queda
satisfecho a la primera, empieza de nuevo o mantiene «una idea» que
le ayuda a «realizar otro cuadro». «De las equivocaciones se
aprende, aunque a veces nunca se aprende». O, si tiene dudas,
retira durante un tiempo el lienzo porque, con los días, «cambia,
como las personas». «Si cuando vuelvo a verlo lo encuentro
diferente, significa que no soy el mismo». Entonces, puede
continuar.
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