Para los investigadores, cuya labor ha dirigido la catedrática
de Geografía Humana de la UIB, Joana Maria Seguí, si el resultado
de la encuesta se extrapola a la población de la zona en la que se
ha hecho la encuesta, de las 50.000 personas afectadas por el
aeropuerto mallorquín, un 30 por ciento (15.000 personas) afirma
que sufre algún tipo de molestia, especialmente debida a la
contaminación acústica, aunque también se enumeran, en menor
medida, los olores, las perturbaciones sobre la salud, el impacto
visual, la luminosidad y la congestión del tráfico.
En esta encuesta, realizada entre 318 residentes y 118 turistas,
un 73 por ciento de los vecinos del aeropuerto de Palma considera
que sus dimensiones son las adecuadas para acoger el volumen de
pasajeros que recibe, frente al 15 por ciento que cree desmesurado
el tamaño de las instalaciones. Estos datos son resultado de una
encuesta que forma parte de la investigación llevada a cabo por un
equipo de geógrafos, biólogos y economistas de la UIB y la Carlos
III, con el fin de desarrollar un «sistema experto» para la
planificación y gestión de las zonas aeroportuarias, el primero de
estas características que se elabora en España.
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