El barrio de Pere Garau es, tal vez, una de las zonas de Palma con
más diversidad cultural. Gente de diferentes países convive en sus
calles, hasta el momento de forma «pacífica». Sin embargo, según
denuncian algunos vecinos, esta situación de «convivencia» se está
complicando desde hace un tiempo, debido a la proliferación de
bares y salas nocturnas, que albergan el ocio nocturno de los
inmigrantes.
El pasado día 1 de junio este rotativo recogía la «indignación»
de los vecinos, que están recogiendo firmas para que Cort actúe, ya
que no pueden aguantar el «jaleo que montan» los inmigrantes de
nacionalidad colombiana y ecuatoriana en las calles Marià Aguiló,
Marià Canals y Metge Josep Darder. Ultima Horase desplazó allí para
saber, de primera mano, qué está pasando realmente.
Maria Cristina Llorenty es la propietaria del bar «Breogán» (c/
Marià Canals) un restaurante bar que acoge principalmente a
sudamericanos. A primeras horas de la mañana de ayer se encontró
con que le han tapado las cerraduras con silicona. «Van a por mí.
Deben de ser los vecinos. Yo, la verdad, no lo entiendo. Lo tengo
todo legal. La policía vino el otro día y me pidió los papeles y
los tengo todos en regla, con las licencias pertinentes. Es verdad
que viene bastante gente los sábados, pero si alguien se
emborracha, yo me encargo de que no moleste y lo saco del local.
Aquí no se fuman ni porros. A las 00.30 paro la música. También es
verdad que, en el transcurso de una fiesta, tocó una pequeña banda,
pero no era mi intención que se molestase al vecindario. Sólo
quiero que me dejen en paz. Sin embargo, aquí cerca hay un local
que hace mucho más ruido, y luego nos culpabilizan a nosotros».
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