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Las reuniones de objetivos del Govern de este año se han convertido en una especie de examen con un profesor -Jaume Matas- y unos alumnos -los directores generales- que intentan sacar buena nota. Las reuniones se celebran en la capilla del Consolat de Mar y participan los consellers y directores generales de cada departamento. Además, no faltan en las marathonianas reuniones del Consolat de Mar la vicepresidenta del Govern, Rosa Estaràs; la jefa de gabinete del president, Dulce Linares; el director general de Proyectos, y Joan Martorell, director general de Comunicacions.

Durante las reuniones, Matas interroga continuamente a los directores generales. Si alguno de los temas que se plantean en la reunión gusta al president, el director general de turno tiene que contestar a una batería de cuestiones del jefe del Gabinete autonómico. «El president ha hecho más preguntas a los directores generales que otros años de cara a la reunión del sábado», explicó uno de los asistentes. En cambio, los consellers apenas intervienen durante la reunión de objetivos, mientras Rosa Estaràs no para de tomar notas sobre los asuntos que se tratan. A la derecha del president siempre se coloca Dulce Linares, la jefa de Gabinete del president, o la propia Estaràs. Y a la izquierda, el conseller de turno.

Durante la maratoniana sesión de ayer el president y sus colaboradores apenas tuvieron tiempo para comer. Y en la mesa de trabajo de la capilla del Consolat sólo hay caramelos. Pero el president no probó bocado en todo el día. Un café al mediodía y poco más. El resto de sus colaboradores tampoco tuvieron tiempo de irse a comer. Para no perderse ni un detalle de lo que se trata en la mesa de trabajo de la capilla del Consolat, Matas escucha las intervenciones a través de unos auriculares.