La modista, en el taller que tiene en Palma. Foto: JOAN TORRES

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Detrás de un gran diseñador siempre hay una gran modista. Es el complemento ideal porque el diseñador entiende de diseño mientras que la modista sabe trabajar las telas». De esta forma defiende Francisca Capellà la diferencia entre estos dos términos. Ella fue uno de los profesionales que participaron en la pasarela que tuvo lugar la semana pasada en Nueva York para presentar la moda de Balears. Uno de sus diseños se presentó al público; se trataba de un espectacular vestido fucsia con piezas drapeadas con una flor enorme en el hombro realizado a base de muchas capas de organza de seda natural. La impresión de ver su obra sobre la pasarela neoyorquina fue enorme, ya que era la primera ocasión que Francisca veía lucir un modelo suyo en un desfile internacional y la segunda en uno nacional, ya que este mismo modelo se había presentado antes en Eurobijoux de Eivissa. «Fue algo muy emocionante porque crees que no llegas al nivel pero después compruebas que sí», señala.

Capellà tiene un taller de alta costura en la calle Cecilio Metelo de Palma, donde realiza sus diseños, a partir de ideas que recoge de revistas. También trabaja directamente con una casa de diseño que le facilita glacillas o patrones con los que realizar modelos de Valentino, Chanel o Givenchy, entre otros. Son diseños que sólo se pueden confeccionar en alta costura y no pueden ser vendidos en tiendas. El coste de estas creaciones depende de la tela que se utilice; así, la organza es más barata que las telas de Valentino o Ungaro. Le encanta trabajar con vestidos lenceros con encajes en la línea de Christian Lacroix y telas voluminosas y no le gustan las telas rígidas. En cuanto a los colores, defiende el negro como color predominante, sobre todo para la noche, y señala que el blanco nunca desaparece, «siempre está presente, y mezclado con el negro es muy elegante». Aunque su especialidad es la alta costura, Francisca peca de humilde y prefiere decir que realiza simplemente costura. La moda, es según ella, «lo más importante para una mujer. Ya puede llevar joyas, maquillaje... que si no va bien vestida no luce. Además, la moda tiene su edad porque queda ridículo que una señora se vista como una jovencita».

Lo que más le gusta de este mundo es la posibilidad de crear nuevas formas, y lo que menos, las horas que hay que dedicarles, «sacrificas muchas noches sin dormir».

Samantha Coquillat