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Al alba, con el primer canto del gallo, el Huerto del Correu de Manacor se impregnó un año más de la magia de Sant Joan. El solsticio de verano había empezado y evimer centenario de esta antigua posesión manacorina estaba listo para demostrar sus propiedades curativas y sanar así, a decenas de niños con hernia que ayer. Sobre las cuatro de la madrugada, los herederos de esta tradición que se remonta ya a cuatro generaciones, empiezan a cortar por la mitad las yemas nuevas de los dos vimers. Ayer se partieron 29 ramas, el número de pequeños que pasaron desnudos, fregando su ombligo por la savia del árbol. Muchos lloraron, algunos estaban aún medio dormidos. No obstante, «queremos probar este remedio antes de una operación», comentaron un padre y una madre.

Eran las 6.20 horas de la maña-
na, momento en que se inicia el rito. Cada niño posee un número y un lazo indentificativo que también será colgado en la rama del árbol. Llegado el momento, los chiquillos son pasados entre el corte transversal de la rama de la mano de Sebastiana Sureda y Sílvia Llull, la hija y la nieta del ya desaparecido Jaume Sureda, heredero de la tradición.

«Si no creen en las cualidades curativas devimer, ya no importa que se molesten en venir. Uno tiene que tener fe», afirmó Bárbara Suñer, viuda de Jaume Sureda. Lo cierto es que de los más de treinta niños que el año pasado se beneficiaron de la savia devimer, la mayoría se han curado.

Después, cada padre vuelve a atar con rafia la yema de la rama devimer y finalmente se salda con barro. La tradición cuenta que si la yema vuelve a sacar hojas es una buena señal de que el rito se ha cumplido.

Caterina Veny