El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Palma está
investigando un posible delito de estafa cometido, al parecer, por
una auxiliar administrativa de la Confederación de Vecinos de les
Illes Balears. El presidente de esa confederación, Rafael Pons, y
varios dirigentes de las federaciones de vecinos de Palma,
Marratxí, Felanitx, Capdepera, Llucmajor, Menorca y Eivissa,
presentaron una denuncia contra la empleada por una supuesta
apropiación indebida de, en principio, 30.000 euros de los fondos
de esas entidades. Los denunciantes, entre ellos, Rafael Pons,
Paula Cortés, Josep Costa Rosselló, Paulina Guillem y Ramón
Quiñonero, aportaron ante el juez extractos bancarios de
transferencias realizadas, supuestamente, por la denunciada.
Asimismo, entregaron al juez un documento donde la denunciada
reconoce su deuda con la Confederación de Vecinos de Balears,
aunque no especifica la cantidad de la deuda que asume. También, el
juez tiene en su poder un documento expedido por la tesorera de la
entidad, en el que expone que nunca autorizó la realización de
transferencias electrónicas bancarias. La auxiliar administrativa
denunciada por los vecinos también realizaba tareas administrativas
para la Asociación de Vecinos de Son Rapinya, presidida por Rafael
Pons, quien también sospecha que se realizaron transferencias
bancarias no autorizadas. El presidente de la Federación de Vecinos
de Felanitx, Joan Mestre, confirmó a Ultima Hora el alcance de la
denuncia por una supuesta apropiación indebida contra la empleada.
«Sólo queremos averiguar la verdad, por eso pusimos el asunto en
manos del juez», explicó.
Los presidente de las distintas federación de vecinos de Balears
conocieron los hechos en una asamblea extraordinaria celebrada el
pasado 18 de junio, y las reacciones no se hicieron esperar.
Mientras los representantes de Eivissa se sintieron «engañados» al
conocer que el saldo de tesorería no era el que esperaban, los de
Felanitx insistieron en que algunos cargos deberían haber
presentado su dimisión. Los denunciantes esperan que las primeras
diligencias judiciales permitan conocer el alcance exacto de la
posible apropiación indebida cometida, supuestamente, por la
empleada. Sus cálculos se sitúan en 30.000 euros, pero esa cantidad
puede aumentar, según los dirigentes vecinales.
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