Pan y toros es el título del pasodoble con el que tradicionalmente
inician el paseíllo en el Coliseo Balear los toreros o caballeros
rejoneadores. A decir verdad, desde que los festejos en Palma se
dan ya bien entrada la noche, resulta de lo más idóneo lo del pan y
toros, aunque cabría añadir chorizo, jamón, y queso, por la alegre
imagen que ofrecen los tendidos.
Muchos aficionados, sobre todo quienes trabajan durante el
verano acabando tarde su jornada laboral y no quieren perderse la
función, ponen en marcha la intendencia y la imaginación
pertrechándose de fiambreras con variadas viandas, neveras repletas
de refrescos -no es para menos, ya que una lata de cerveza puede
costar dos euros- y botas de vino para satisfacer su paladar,
cuando no lanzarla al diestro de turno que pasea su triunfo por el
redondel.
La merienda nocturna en la plaza por parte de los espectadores
isleños ya forma parte del festejo, al igual que las tradicionales
meriendas que podemos ver en Inca y Muro, y durante el transcurso
de las funciones televisadas en las ferias veraniegas de Santander,
Alicante y Valencia, además de los auténticos banquetes con platos
muy elaborados que se dan en el coso pamplonés. Algo sí distan de
los aperitivos con canapés y cava que se sirven en los palcos y
algunas localidades de barrera de la plaza Monumental de Las
Ventas, pero ello no resta que estos últimos no se lo pasen de
cine.
Amalia Estabén
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