Este sistema, implantado desde hace años en el Caribe, se abre
paso con fuerza en Balears, donde el Govern tiene registrados ya
cerca de 200 establecimientos bajo esta modalidad.
Contratar unas vacaciones bajo la modalidad del «todo incluido»
permite al cliente disponer de todos los servicios del hotel,
comidas y bebidas incluídas, sin límite ni costes añadidos, con la
única exigencia de portar una pulsera identificativa durante toda
la estancia y desde el mismo instante en que el cliente se registra
en el hotel.
Evidentemente, no es lo mismo contratar las vacaciones en un
«todo incluido» de dos estrellas que hacerlo en uno de cuatro, pero
el cliente tiene siempre derecho a un servicio acorde con el precio
que está pagando, y desde luego nunca se debe escatimar en higiene
ni en unos niveles mínimos de calidad.
A raíz de una denuncia recibida en la redacción de Ultima
Horapor parte de un ciudadano residente en las Islas que contrató
una semana en un hotel de «todo incluido» de dos estrellas -asegura
que en Internet ese hotel aparece como de tres estrellas- en
Mallorca, este periódico quiso comprobar in situ cómo disfruta, o
padece, cualquier turista que decida pasar así su paréntesis
vacacional en la Isla. Según la denuncia recibida, en ese hotel no
se cumplían las normas mínimas de higiene, la comida era de pésima
calidad y la atención a los clientes, nula. Nuestro reportero no
tuvo la misma percepción, aunque su estancia en ese mismo hotel
tampoco le resultó placentera.
Son dos visiones distinas, aunque no opuestas, de una misma
experiencia vivida desde perspectivas diferentes en función del
grado de exigencia que plantea cada cliente.
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