Los binissalemers vivieron ayer su particular tomatina pero con
la uva como protagonista en la sexta edición de la que se conoce
como la Festa dels Trepitjadors dentro del programa de actos del
Vermar. Cientos de jóvenes se concentraron a partir de las 12 de la
mañana a las puertas del Ajuntament soportando estoicamente el
chaparrón para seguir una hora más tarde a pie los camiones
cargados de uva hasta un descampado de la zona del Rasquell. Allí,
pasada la una del mediodía comenzaba la batalla.
A la clásica suciedad de la uva machacada contra los cuerpos de
los cientos de asistentes a la batalla se sumó este año barro en
grandes cantidades en una fiesta «más sucia» que nunca. Para colmo,
a diferencia de otros años en que podían participar como meros
espectadores al margen de la lucha algunos vecinos a buen recaudo
en zonas elevadas del terreno, en esta ocasión el solar era
completamente llano y por tanto no había escapatoria posible. El
barro y las dos toneladas de uva acabaron así esparcidas por los
cuerpos amontonados de los asistentes que se resistían a dar por
concluida la batalla estrella de las fiestas y exprimían hasta la
última gota de mosto.
Como novedad, este año se ha creado una bandera que representa
la Festa dels Trepitjadors y que al comenzar la batalla se coloca
sobre una de las montañas de uva. El primero en alcanzarla se la
lleva a casa y tiene la responsabilidad el año próximo de volver a
colocarla presidiendo el cargamento de uva dando así el relevo año
tras año a las nuevas generaciones en combate. La batalla de
rácimo, de creación reciente ya que cumple este año su sexta
edición, es una de las fiestas en la que más participan los jóvenes
de Binissalem.
Elena Ballestero
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