Pese al tiempo inestable de las primeras horas, el aspecto de la fiesta prometía. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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Está visto que la fiesta infantil, acto que pone el punto final a las Festes de la Mare de Déu de la Salut, está gafada. Aplazada el pasado 17 de septiembre a causa del mal tiempo, ayer, cuando mejor estaba la cosa, cayó la lluvia y tuvo que suspenderse. ¡Mala suerte! Pero el Ajuntament de Palma, tozudo en esta cuestión, según nos explicó la concejal María José Frau, buscará otra fecha con la esperanza de que a la tercera sea la vencida. Y es que los chavales se lo merecen.

Pasadas las once de la mañana, se puso todo en marcha. En Son Rossinyol, el mismo escenario en el que se asentó la pasada Feria de Abril, se instaló un enorme tinglado en el que no faltó de nada para pasar un día feliz. Por una parte, un grupo de bomberos con sus camiones, a modo de una jornada de puertas abiertas, se los mostraron a los críos, a los que colocaban el casco reglamentario. Por otra, la alcaldesa, Catalina Cirer, que por compromisos de su cargo no pudo desplazarse al Bernabéu a ver el Madrid-Mallorca -«y eso que Florentino Pérez me estuvo insistiendo en que fuera hasta ayer por la tarde», nos dijo-, observaba cómo una de sus hijas enseñaba a su padre a subirse a unos zancos y, cuando lo logró, a caminar sobre ellos guardando el equilibrio.

También hubo algunos que se montaban en los ponis, con los que daban una vuelta por los alrededores bajo la atenta mirada de los cuidadores; otros jugaban con la espuma; otros, al ajedrez sobre un tablero gigante, con fichas también gigantes; algunos saltaban sobre los castillos hinchables; otros se acercaban hasta donde estaban las ovejitas y los corderitos... ¡Lástima de la lluvia, que apareció poco después del mediodía! Como no era cuestión de mojarse, con mucho acierto y muy a pesar suyo, la autoridad municipal suspendió la fiesta, que contaba con la colaboración de S'Institut. Otro día será.

Pedro Prieto