Está visto que la fiesta infantil, acto que pone el punto final a
las Festes de la Mare de Déu de la Salut, está gafada. Aplazada el
pasado 17 de septiembre a causa del mal tiempo, ayer, cuando mejor
estaba la cosa, cayó la lluvia y tuvo que suspenderse. ¡Mala
suerte! Pero el Ajuntament de Palma, tozudo en esta cuestión, según
nos explicó la concejal María José Frau, buscará otra fecha con la
esperanza de que a la tercera sea la vencida. Y es que los chavales
se lo merecen.
Pasadas las once de la mañana, se puso todo en marcha. En Son
Rossinyol, el mismo escenario en el que se asentó la pasada Feria
de Abril, se instaló un enorme tinglado en el que no faltó de nada
para pasar un día feliz. Por una parte, un grupo de bomberos con
sus camiones, a modo de una jornada de puertas abiertas, se los
mostraron a los críos, a los que colocaban el casco reglamentario.
Por otra, la alcaldesa, Catalina Cirer, que por compromisos de su
cargo no pudo desplazarse al Bernabéu a ver el Madrid-Mallorca -«y
eso que Florentino Pérez me estuvo insistiendo en que fuera hasta
ayer por la tarde», nos dijo-, observaba cómo una de sus hijas
enseñaba a su padre a subirse a unos zancos y, cuando lo logró, a
caminar sobre ellos guardando el equilibrio.
También hubo algunos que se montaban en los ponis, con los que
daban una vuelta por los alrededores bajo la atenta mirada de los
cuidadores; otros jugaban con la espuma; otros, al ajedrez sobre un
tablero gigante, con fichas también gigantes; algunos saltaban
sobre los castillos hinchables; otros se acercaban hasta donde
estaban las ovejitas y los corderitos... ¡Lástima de la lluvia, que
apareció poco después del mediodía! Como no era cuestión de
mojarse, con mucho acierto y muy a pesar suyo, la autoridad
municipal suspendió la fiesta, que contaba con la colaboración de
S'Institut. Otro día será.
Pedro Prieto
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