El lunes y martes se celebra en Palma y Calvià el Foro de
Diálogo para Gibraltar en el que intervienen el primer ministro de
Gibraltar, Peter Caruana, el director para asuntos de Gibraltar en
el Foreing Office, Dominich Chiclot, y el director general de
Política Exterior para Europa, José Pons. ¿Motivos de este
encuentro tripartito? Desarrollar cuatro temas que atañen a las
tres partes: ampliación y uso por parte de España e Inglaterra del
aeropuerto gibraltareño, reconocimiento de una deuda a obreros
españoles que trabajaron en Gibraltar antes del 69, que fue cuando
se cerró la verja por parte de España, buscar una mayor fluidez en
el paso fronterizo y la solución a un problema de
telecomunicaciones surgido a raíz de que España no reconoce el
prefijo del Peñón.
En Gibraltar, donde estuvimos anteayer, pocos son los que tienen
idea de este encuentro. «Son cosas de los políticos -dice el
camarero de uno de los bares de John Macintosh Square-, mientras no
nos perjudiquen a nosotros, que se reúnan», que añade que están
cansados que de vez en cuando lleguen periodistas españoles «a
preguntar siempre lo mismo, que si queremos ser, o si nos
consideramos españoles, sabiendo que siempre les contestaremos lo
mismo, que estamos bien como estamos. Y que si hay problemas entre
España y Gibraltar, no los creamos nosotros, sino los políticos.
Los españoles sobre todo».
Ahora mismo, la población gibraltareña rondará los 30.000
habitantes, entrando cada día en la Roca, para trabajar, unos 5.000
españoles. Gibraltar vive prácticamente del turismo que le llega en
gran número atravesando la valla que separan las dos fronteras y en
menor cantidad a través de dos vuelos que aterrizan diariamente en
su aeropuerto desde Inglaterra, Londres y Manchester,
concretamente. Turistas que se hospedan en viejos, pero
confortables, hoteles y que vemos, yendo y viniendo, por las cuatro
o cinco calles comerciales (en las que, al igual que en las
nuestras, hay quienes se ganan unos peniques tocando la guitarra o
la flauta), y sentados, tomando algo en las mesas que los bares
tienen sobre las terrazas. Turistas que recalan en la Roca por una
semana y turistas que llegan a ella para estar solo un día.
Observamos también que gran parte de los productos que se venden
allí proceden de España, así como muchas de las materias primas.
«De ahí que, y en cierto modo, dependamos un poco de España -nos
diría Paco Oliva, redactor jefe del «Gibraltar Cronical», el diario
más antiguo del lugar ya que se remonta a 1881. Lo importante sería
olvidarnos un poco del pasado y articular unas vías de
entendimiento por parte de ambos».
Oliva nos da su punto de vista sobre los puntos a debatir en
Palma a partir del lunes: «Hasta antes de 1969, muchos españoles
trabajaban en Gibraltar, cobrando sus salarios y teniendo su
seguridad social. Al interrumpir en 1969 las relaciones con España,
esas personas se quedaron sin trabajo, y también sin poder entrar,
por lo que sus salarios quedaron congelados. Gibraltar, para
reemplazarlos, tuvo que contratar obreros marroquíes. Años después,
al establecerse la democracia en España, ambos gobiernos han
intentado solucionar este problema que en la mayor parte, al no
conseguir el acuerdo, han terminado en los tribunales. Ahora, tras
no pocas reuniones, parece que hay un punto de entendimiento. Por
lo que tenemos entendido, el Reino Unido abonará esa deuda, que
asciende a unos 40 millones de euros, dinero que España
adelantaría, y que el Gobierno británico se lo devolverá de forma
aplazada. En cuanto al aeropuerto, Gibraltar quiere aumentar el
número de vuelos, para lo cual tendrá que ampliar el aeropuerto,
ahora base militar, además cortado por una carretera cuyo tráfico
debe de interrumpirse cada vez que despega o aterriza un avión.
¡Menos mal que son solo dos cada día!, lo que produce un atasco de
tráfico descomunal. También es muy importante para Gibraltar esa
ampliación del aeropuerto, e incremento de número de vuelos
diarios, no solo a Inglaterra sino a toda Europa, ya que está
previsto un proyecto de crecimiento muy grande, basado en el
denominado East side Development, que se desarrollaría en la zona
Este del Peñon, donde se construirían hoteles y puertos deportivos,
lo que impulsaría el turismo y el crecimiento financiero.
Naturalmente, si hay ampliación, tenemos entendido que España
también lo querrá gestionar. En lo que se refiere a la fluidez de
la entrada y salida del Peñon... Bueno, es evidente que cada vez
que se enfadan ambos gobiernos, las fronteras dejan de ser fluidas,
ya que se cumple a rajatabla todo el protocolo lo que ralentiza el
paso de vehículos. Y en lo referente a las telecomunicaciones,
supongo que en esta conversación a tres bandas se intentará que
España reconozca el prefijo de Gibraltar, fundamental para una
mayor expansión de aquellas».
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