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La defensa de Joaquín Rabasco Noche solicitó a la titular del Juzgado de lo Penal número 7 que dicte una sentencia condenatoria contra el periodista Eduardo Inda, director de la edición balear de «El Mundo», por tildar de «xenófobo» a su cliente en el titular de apoyo de una información publicada en ese medio. La defensa de Inda, por su parte, pidió la libre absolución de su defendido al entender que «no consta acreditado el delito de injurias».

Se preguntó, también, por el sentido periodístico que tiene «insultar a una persona llamándole xenófobo en una información, a sabiendas de que es una afirmación gratuita» y recordó «el empecinamiento de «El Mundo» de atacar al padre de su defendido». «Parece, señor Inda, que usted es el único en este país que tiene derecho a la presunción de inocencia, que puede insultar gratuitamente sin que le ocurra nada», afirmó el letrado dirigiéndose de forma directa al periodista, sentado en el banquillo de los acusados. También declararon Rabasco Noche, el psicólogo Mario Flores, el intendente de la Policía Local, Joan Feliú, el periodista Didac Feliú y miembros del consejo de redacción de la edición balear de «El Mundo».

El desarrollo del juicio, que ayer quedó visto para sentencia, intentó delimitar bajo qué circunstancias el periódico alteró el titular original que había redactado el periodista Didac Feliú, para calificar de «xenófobo» al hijo de Joaquín Rabasco. Éste había sido identificado, dos meses antes de la información de «El Mundo», por miembros de la policía local como uno de los integrantes del coche que supuestamente insultaron a un grupo de prostitutas y travestis en s'Arenal. El caso fue investigado por un juez, que más tarde decretó el sobreseimiento provisional de la causa.

Según Fernando Mateas, abogado de Joaquín Rabasco Noche, hijo del concejal del Ajuntament de Llucmajor, el hecho de calificar a su cliente de «xenófobo» es «un desliz penal, un ilícito, un insulto, una injuria», porque a su juicio, «esos epítetos desafortunados son absolutamente gratuitos, ya que no se apoyan en hechos comprobados». También insistió en que tras esa publicación, la salud mental de su defendido sufrió «un grave deterioro», que le obligó a abandonar los estudios y someterse a los cuidados de un psicólogo (Mario Flores).