El turismo es un bien preciado en Mallorca; por ello conservarlo
es una obligación de todos los residentes. Durante la temporada
alta es algo sencillo, pero el problema viene después de los meses
de verano, cuando el número de turistas desciende
considerablemente. En pleno mes de noviembre, son pocos los
extranjeros que nos visitan, pero los que hay suelen huir del
turismo masificado de julio y agosto, de la eterna combinación de
sol y playa y se decantan más por un turismo cultural.
La pareja formada por Christina y Michae, naturales de
Stuttgart, señala que les gusta venir en estas fechas porque «hay
menos turistas. Además en esta temporada hay más luz y la vida es
más animada que en Stuttgart donde ya hace bastante frío». Aseguran
que no hay nada de la Isla que no les haya gustado pero se decantan
sobre todo por la Catedral, la Plaza Major y el Paseo Marítimo.
A la alemana Anneliese le gusta sobre todo la arquitectura y la
cultura, por ello realiza largos paseos con su marido por la Ciutat
para empaparse de ella. Es la segunda vez que visita la Isla y
prefiere hacerlo en temporada baja porque hay menos turistas.
La irlandesa Mayra ha venido a ver a su hijo que está estudiando
en la Universitat de les Illes Balears y al mismo tiempo hace
turismo. Es la primera vez que viene a Mallorca y sólo hace un par
de días que ha llegado pero reconoce que no le atrae el turismo de
masa y prefiere esta época del año para viajar. «En general me
gusta la arquitectura y la cultura mediterránea y creo que Mallorca
es un buen ejemplo de ello».
Michae, de Stuttgart, viene en noviembre porque en verano tiene
mucho trabajo y además no aguanta el calor. Eligió la Isla como
destino porque ya conocía Greta, Grecia, Italia..., y quería variar
un poco. «He estado en Pollença, en las cuevas de Porto Cristo,
Alcúdia y Lluc y me ha gustado mucho».
La inglesa Dent ha venido ocho veces porque es una enamorada de
la Isla, aunque lo ha hecho en distintas estaciones. Del verano le
entusiasma el clima y del invierno, la tranquilidad. Cada vez que
viene, se aloja en un sitio distinto entre Palmanova, Magaluf, Cala
Sant Vicenç y Cala d'Or y asegura que no le interesa conocer
lugares nuevos.
Después de casarse en Barcelona, la japonesa Katherine Ishibashi
visitó en sólo un día, y en compañía de su marido y sus suegros,
Palma. «Me ha gustado tanto que tenemos previsto volver el próximo
verano».
S. Coquillat / B. Martín
Fotos: J. Morey / M. A. C.
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