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Balears ha perdido el 25 por ciento de su Posidonia oceanica en los escasos cinco años que llevamos de siglo, lo que representa la muerte de unos 250.000 millones de ejemplares de esta planta marina del billón de unidades que, se calcula, habitan los fondos marinos de las Islas.

La posidonia es una fanerógama marina, responsable de la aportación del 70% de la arena de nuestras playas. Las praderas de posidonia alcanzan en Balears su mayor extensión en todo el Mediterráneo español y constituyen un componente principal del ecosistema marino de las Islas. Además de la aportación de arena, suponen un hábitat fundamental para la supervivencia de especies, incluidas las pesqueras. Una hectárea de posidonia genera 21 toneladas diarias de oxígeno, pero su expansión en unos pocos metros cuadrados puede durar siglos.

La posidonia asegura el mantenimiento de la franja litoral de la Isla a largo plazo, pero, paradójicamente, su enorme importancia contrasta con un profundo desconocimiento. La mayoría de la población apenas se pregunta por el origen de nuestras playas.

Según Carlos Duarte, del Institut Mediterrani d'Estudis Avançats (Imedea), «desde 2001, la posidonia ha sufrido dos episodios de mortalidad muy alta. El primero tuvo lugar como consecuencia del temporal de noviembre de 2001, con una mortalidad de casi el 10%, y el segundo, entre mayo y junio de 2004, que a su vez fue un efecto de las altísimas temperaturas del mar balear durante el tórrido verano de 2003. En el otoño de 2003, el mar de Balears vivió el episodio conocido más importante de floración de posidonia en todo el mundo. La floración presentaba una densidad superior a 400 unidades por metro cuadrado, pero estaba relacionada con el estrés que sufrieron por las elevadas temperaturas del agua durante el verano anterior, con casi 30 grados a 7 metros de profundidad. Esa floración masiva supuso un intento, por parte de las plantas que han sufrido un estrés térmico, de reproducirse antes de morir».