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Por dos veces José Luis Rodríguez Zapatero dio la bienvenida a la ciudad de Palma a los asistentes a la cumbre de la Alianza de Civilizaciones que acoge Calvià y en la que el español, el inglés, el francés, el árabe y el turco convivieron ayer sin tropiezos gracias a los servicios de traducción.

El hotel Punta Negra sirve de base de operaciones para este encuentro, como ya lo hiciera este año para la cumbre sobre Gibraltar o en el año 1983 para la reunión que mantuvieron Felipe González y Bettino Craxi.

Los más de 250 periodistas acreditados de una veintena de nacionalidades tuvieron que hacer frente, con apenas un café de termo sin azúcar (los azucarillos se acabaron antes de las 11 de la mañana y no tenían permiso para acceder a la cafetería) a los estrictos controles de seguridad y a los siempre inoportunos fallos técnicos, como el que impidió utilizar la pantalla de televisión habilitada en la carpa de prensa para seguir la sesión inaugural. La organización improvisó entonces el traslado por grupos a la sala de prensa del hotel, donde a continuación comparecieron los líderes español y turco, que coincidieron en el gris marengo de sus trajes.

El férreo dispositivo de seguridad dejó poco margen a la acción individual y dio lugar a un momento tenso, aunque sin consecuencias, el que se vivió al abandonar Rodríguez Zapatero y Recep Tayyib Erdogan la sala de prensa, cuando un fotógrafo turco no titubeó a la hora de empujar a un miembro de la seguridad que pretendía despejar un pasillo para hacer la foto de su primer ministro saludando al líder de la sinagoga de Nueva York, Arthur Schneier.

De entre los líderes participantes, el arzobispo sudafricano Desmond Tutu fue uno de los que acapararon más miradas y quien más simpático resultó. La foto de familia propició otra de las anécdotas, al mostrar su preocupación o recelo algunas delegaciones por la presencia de una cruz cristiana en el lugar de la instantánea. La tal cruz era en realidad un mástil para banderas y una vez vestido se pudo realizar el posado.

Los tractores de Asaja pusieron la nota musical al hacer sonar la música de la serie «El equipo A», y las protestas de ciudadanos se redujeron a dos: una con un cartel de Zapatero y la frase «Nunca mais» y un corredor con una bandera española a su espalda.