Inspectores de la Direcció General d'Agricultura intervinieron, en
días pasados en el puerto de Palma, un contenedor con 17.640
botellas de vino, distribuidas en 1.470 cajas precintadas, cuyo
destino era su comercialización ilegal durante la próxima Navidad.
Todo ese volumen de vino ocupaba el contenedor entero. Según ha
podido saber este periódico de fuentes solventes, las botellas de
vino llegaron a Palma procedentes de la Península sin número de
lote, sin etiqueta ni documentación referida al producto ni al
exportador. Sólo el embotellador ha sido identificado por la
información contenida en los tapones. Las investigaciones apuntan a
que las más de 17.000 botellas iban dirigidas a un almacén de
distribución y venta, donde, supuestamente, iba a desarrollarse una
práctica de comercio paralelo e ilegal entre particulares, un
auténtico «mercado negro» del vino.
Los responsables de la investigación sospechan que todo este
volumen de vino corresponde a sobrantes o excedentes que no se han
podido comercializar con el sello de una denominación de origen de
la Península. Habitualmente, las denominaciones de origen
aprovechan el 65 ó el 70 por ciento de cada cien kilos de uva para
producir vino de la calidad suficiente para ser comercializado bajo
este distintivo de calidad. Sin embargo, el resto es sometido a
prensados sucesivos para ser vendido como vino de mesa, con su
correspondiente etiqueta, o, como en el caso que nos ocupa, con una
calidad todavía menor, de manera ilegal y clandestina. Aunque las
investigaciones siguen esta línea, no se puede descartar que el
responsable sea, simplemente, un productor de baja calidad que ha
intentado «colocar» su producto donde ha podido.
Sin embargo, por el momento tiene más peso la hipótesis de un
comercio ilegal de vino «malo» que es ofrecido como caldo de una
superior calidad, intentando convencer al cliente de que se ha
conseguido de manera clandestina. Los investigadores creen que el
presunto receptor del vino, que sería, si se confirma que es él,
reincidente en este tipo de prácticas, iba a vender el vino a unos
3 euros por botella, teniendo en cuenta de que lo iba a ofrecer
como un producto de superior calidad a bajo precio. A partir de
aquí, se puede calcular la sanción aplicable en este caso. A 3
euros por botella, el volumen de vino interceptado alcanzaría un
valor en el mercado negro de 52.920 euros. La sanción aplicable
podría llegar a ser de ese valor multiplicado por cinco, es decir,
264.600 euros. El vino interceptado será destruido.
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