La Dirección General de Tráfico ha propuesto como delitos
circular con una doble tasa de alcohol y castigar la temeridad de
un conductor que supera en 60 kilómetros el límite de velocidad o
sin permiso de conducción. Si prospera la propuesta presentada ante
la Comisión de Seguridad Vial del Congreso, aquellos conductores
que sobrepasen los nuevos límites pueden tener penas de cárcel,
convertirse en delincuentes y tener antecedentes penales.
Es la última solución encontrada por Tráfico ante datos tan
espeluznantes como la muerte de diez personas diarias en España por
accidentes de tráfico. Lo que parece razonable es que en cualquier
cambio de legislación prime, ante todo, la integridad y seguridad
de las personas, aunque para ello un conductor deba convertirse en
un delincuente a los ojos de la sociedad. Está claro que
determinadas conductas circulatorias deben penalizarse por la vía
administrativa, pero en otros casos no es suficiente un simple
multa (por muy cuantiosa que sea). Es necesario abandonar la idea
que se tiene de cierta impunidad hacia el conductor temerario e
igualar la desproporción existente entre la falta cometida y el
posible daño a un tercero.
Tráfico quiere reducir los más de 3.300 muertos que hubo en las
carreteras en 2005. La «temeridad manifiesta» recogida en el actual
Código Penal sin apenas definición ya tiene nombre y apellidos. A
partir de ahora, si prospera la propuesta, no hará falta demostrar
que un conductor ha puesto en peligro la integridad física de las
personas, tal y como se exige en la actualidad. La demostración
vendrá implícita en el exceso de velocidad, el consumo de alcohol y
la falta de permiso en la conducción. Un conductor deberá
pensárselo dos veces si no quiere ir a prisión.
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