Huevos, leche, azúcar, barrotes (pasta dulce), limón rayado y
canela en polvo son los únicos ingredientes que se necesitan para
hacer una greixonera dulce, un postre típicos de los últimos días,
mucho más sano que todas las chucherías industriales que gustan
-demasiado- a los más pequeños de la casa.
Sin nada de pereza y con muchas ganas de aprender y experimentar
dentro de la cocina, los alumnos de quinto de Primaria de Sant
Salvador de Artà aprovecharon el «Dijous Llarder» para confeccionar
este plato dulce en grupos de cinco o seis, siempre bajo la atenta
supervisión de la maestra Maria Antònia Matamalas.
Así, el comedor de la escuela se convirtió, de buena mañana, en
un laboratorio gastronómico donde los jóvenes Ferrans Adrians
empezaron a batir huevos, a mezclar el azúcar, la leche, a rallar
el limón y poner la canela en polvo con medida.
Muchos de los pequeños chefs no era la primera vez que ayudaban a
la cocina y despedazaron con destreza -y las manos muy limpias- los
barrotes para añadirlos a la pasta, que cocieron en el horno. Como
buenos reposteros, dejaron la cocina limpia como una patena. Y como
buenos chefs probaron el resultado de tan trabajosa
elaboración.
Que los niños aprendan a consumir productos frescos y de
temporada es algo que se debe inculcar desde pequeños. Es una buena
opción para salir de las aulas y entrar en las cocinas, que son
laboratorios gastronómicos.
M.T.F.
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