La central térmica de Sant Joan de Déu ha empezado a ser historia,
cumpliéndose un objetivo largamente pretendido por los vecinos del
Coll den Rabassa. Casi 40 años después de iniciar su operatividad,
GESA-Endesa inició el pasado jueves el derribo de esta instalación,
que dejó de funcionar a finales de 2002 después de un largo tiempo
de quejas vecinales por los humos y ruidos de la central, además de
sustos por algún que otro incendio.
Los vecinos del Coll den Rabassa no se acostumbran a las
infraestructuras impactantes y las «actividades molestas» que
rodean este núcleo palmesano. Además de Sant Joan de Déu, están el
aeropuerto de Son Sant Joan, la autopista, los depósitos de CLH,
Mercapalma y el poblado de Son Banya.
Como se comprenderá, algunos de estos lugares no provocan quejas
por emitir humos o ruidos, sino por otro tipo de molestias. Es el
caso de la gran superficie comercial y Mercapalma, que generan un
intenso tráfico de vehículos en un espacio muy limitado. En Son
Banya se registra otro tipo de tráfico.
La historia de Sant Joan de Déu se remonta a 1965, cuando GESA,
que por entonces pertenecía al Instituto Nacional de Industria
(INI), presentó un proyecto de construcción de una nueva central
térmica. El crecimiento turístico obligaba a construir otro foco de
producción eléctrica, ya que la ampliación de es Murterar y la
nueva central de Son Molines resultaban insuficientes para atender
una demanda que se disparaba año tras año.
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