El «Grand Voyager» despertó ayer, por primera vez en su historia, en el puerto de Palma. El barco de cruceros más rápido del mundo demostró en su travesía, que lo trajo a Palma desde Valencia, cómo es posible reunir en un crucero todos los alicientes necesarios para la diversión, el lujo y el glamour.
Fue entonces cuando comenzó la fiesta en la discoteca, cuando aún se podía divisar a lo lejos la costa levantina a través de la enorme cristalera. La pista se llenó de jóvenes que imitaban los acertados movimientos de los animadores. Las barras completamente llenas. Las terrazas del «Gran Voyager» se convirtieron en coto privado de los fumadores. Los pasillos eran un puzzle conformado por personas de toda España. El crucero se convirtió en una macrofiesta de Caipirinhas y San Franciscos en medio del Mediterráneo, golpeado por olas que no lograron distraer a los agentes de viajes que quedaron encantados con una noche de fiesta en alta mar.Fiesta en alta mar
Más de 700 agentes de viajes despertaron ayer en Palma a bordo del «Grand Voyager», en su primera visita a Palma
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