El rechazo y la desconfianza que generan los inmigrantes
regularizados entre los propietarios de pisos en alquiler de Palma
ha con vertido la vivienda en uno de los problemas específicos más
importantes a los que se enfrenta el colectivo, con especial
crudeza entre los inmigrantes de origen africano, tal y como
reconoce Marlen Perea, presidenta de la Federación de Asociaciones
de Inmigrantes de Balears (FAIB). Una situación, que mantiene los
albergues de Ciutat «saturados», porque la «red solidaria» de
familiares y amigos no da a basto.
Con todo, Marlen Perea, advierte que hace falta un plan de vivienda
que además de proteger «sobre todo» a los propietarios ayude más a
los inquilinos. La presidenta de la FAIB planteó la necesidad de
complementar «Palma Habitada» con viviendas tuteladas, así como
incrementar los fondos del «Programa de Subvencions Municipals al
Habitatge», de Palma.
El 40 % de los 500 pisos alquilados gracias al programa
municipal «Palma Habitada», han sido arrendados a inmigrantes. Así,
de las 800 personas que se han beneficiado del plan municipal; 320
son inmigrantes regularizados extracomunitarios.
De esta manera, Cort promueve la confianza entre los
propietarios de pisos, gracias al aval municipal y la «carta de
garantía» del inmueble, al tiempo que dinamiza el mercado de
alquiler a buen precio, llegando al objetivo que se fijó desde que
puso en marcha el programa, el pasado 22 de junio de 2004:
estimular la ocupación anual de 500 pisos vacíos en Palma.
Otro punto importante planteado por Marlen Perea es la
diversificación de los barrios donde se ofrecen pisos: «Hay que
evitar guetos, la concentración de inmigrantes de la misma
nacionalidad, más en zonas conflictivas ya que incrementa el recelo
hacia los colectivos inmigrantes».
Mención especial merecen las personas no regularizadas: «Sabemos
que hay muchos que no consiguieron arreglar papeles pero decidieron
continuar con su vida en la Isla. Muchos están en pisos
sobreocupados o en albergues. No podemos decir que en un piso haya
viviendo tantas o cuantas personas, porque, en realidad, lo que
pasa en muchos casos es que sólo van dormir. Para ellos se
habilitan dormitorios en cualquier superficie disponible de la
casa, muchos incluso hacen turnos para ocupar ese espacio según sea
su horario laboral. Algunos quieren pagar el mínimo ya que mandan a
sus países de origen el máximo dinero posible, así que este sistema
les va bien».
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