La sociedad ibicenca vive en un estado de convulsión desde hace dos
meses a causa del movimiento de oposición a las obras de ampliación
de las carreteras del aeropuerto y Sant Antoni. El Govern se puso
las pilas al principio de la legislatura para ejecutar estos
macroproyectos antes de la siguiente cita con las urnas y saldar
así «una deuda histórica con las Pitiüses», con o sin la ayuda
económica del Gobierno. Un grupo de ciudadanos de Sant Rafel creó
acto seguido la Plataforma Antiautopista, colectivo que en estos
tres años ha convocado hasta tres manifestaciones.
De todos modos, dada la trascendencia de los últimos
acontecimientos, casi se podría prescindir de lo que ha sucedido de
un tiempo a esta parte y afirmar que todo empezó el pasado 25 de
enero. Ese día, un contingente de 32 agentes de la Guardia Civil
retiró a la fuerza por primera vez a un grupo de antiautopista que
se concentró a primera hora de la mañana en la finca de Pere
Torres, Casetes, en Sant Jordi, para evitar el paso de una pala
excavadora de la constructora de la autovía del aeropuerto. En la
fotografía de portada de los periódicos locales del día siguiente
aparecía el eurodiputado Bernat Joan sacado en volandas por tres
agentes. Era el preludio de lo que estaba por venir, con
despliegues policiales de agentes antidisturbios nunca vistos en
esta isla para evitar el boicot a las obras, operaciones que por el
momento se han saldado con 25 detenciones.
Del terreno de Pere Torres, la resistencia se desplazó apenas
una semana después a las finca de Ca na Palleva, cuya casa rural se
ha convertido en el símbolo del movimiento antiautopista, y donde a
diario se vienen concentrado grupos de personas dispuestos a hacer
frente a las máquinas. El Govern está a la espera de obtener una
autorización judicial para derribar esta vivienda, en cuyo solar se
contempla construir uno de los enlaces de la autovía del
aeropuerto.
Mientras tanto, en plena ebullición del conflicto, en estos dos
meses se han sucedido, además, una multitudinaria manifestación
ciudadana y una revuelta estudiantil, agravada con la denuncia
presentada por el Consell Insular ante la Conselleria d'Educació
por la supuesta manipulación del alumnado, lo que motivó la
apertura de una investigación, cerrada recientemente sin
consecuencias.
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