La presencia de niños monaguillos en las procesiones resulta cada
año más significativa. En casi todas las cofradías participan niños
y niñas cuyas edades pueden oscilar entre los dos años -o quizá
todavía no los hayan cumplido- y los doce años.
«Estos pequeños -destacó el presidente de la cofradía Juventud
Antoniana, Bernardo Bosch- por su movilidad y autonomía disfrutan
participando en las procesiones, ya que reparten confites a sus
amigos y a otros niños, y también cuidan de la cera de los cirios
de los penitentes. Estos pequeños son la cantera de la cofradía,
que más adelante serán cofrades».
En efecto, los pequeños pueden ir en la procesión en grupo,
detrás de los estandartes; entre los penitentes para cuidar sus
necesidades; o bien de «binomio» con un penitente, como es el caso
de los de la cofradía del Silencio, que tocan a uno por caperutxa.
Si nos fijamos bien en ellos, ofrecen una imagen impecable. Van
«molt ben enllestits». Sus trajes son de auténticos monaguillos y
sus responsables aconsejan que vayan muy bien peinados. Los niños,
«ben embrillentats», y las niñas, con el lazo del pelo a juego. Los
de El Silencio tienen una misión que no tienen los demás, y ésta es
la de cuidar que la elegante capa de los cofrades no observe
pliegues, ni que la cera de sus vecinos ensucie la misma.
Otra cofradía que ha incorporado la modalidad del «binomio» es
la de la Dolorosa, cuya saya es de color rojo y roquete blanco.
La relaciones públicas de la cofradía Las Cinco Llagas, Neus
Auzuech, señaló que «los monaguillos disfrutan en las procesiones.
Según el número de cofrades que participan en las distintas
procesiones salen en mayor o menor número. Por supuesto que el día
del Jueves Santo salen todos. Suelen ser hijos o sobrinos de
cofrades».
Neus destacó que su vestimenta es muy elegante y consta de saya
negra, faja morada y roquete de encaje blanco, que se complementa
con una capita morada con el emblema de la cofradía en uno de sus
lados. Su misión es la de cuidar de la cera de los cofrades y
también de dar recados, o trasladar confites de una parte a otra en
caso de que un penitente vea a un familiar o conocido en la parte
opuesta. Damián Verger es su responsable y les «predica» que lleven
sus hábitos bien planchados y vayan muy bien acicalados. Lo más
importante es que calcen zapato negro acorde a los de la cofradía y
que éste sea cómodo.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.