Doña Sofía y doña Letizia, de compras ayer por Palma. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Salir de compras por el centro de Palma puede convertirse en una misión casi imposible, y más si eres de la realeza. Esto se pudo comprobar ayer, sobre las seis de la tarde, cuando la reina doña Sofía y la princesa de Asturias, Letizia Ortiz, pasearon juntas por Palma. A lo largo de toda la semana nos hemos encontrado, al igual que muchos ciudadanos, a la Reina realizando compras por las tiendas de Jaume III. Numerosas miradas se fijaban en cuanto acontecía, una imagen usual cuando los Reyes veranean o pasan unos días de descanso en Mallorca. Pero lo ocurrido ayer tarde rompió todas las previsiones.

Pero la expectación llegó a su punto álgido cuando doña Sofía y doña Letizia entraron en una tienda donde estuvieron alrededor de veinte minutos. Y como las compras pueden esperan, los ciudadanos decidieron quedarse en la puerta o llamar por teléfono a los amigos para contarles lo que estaban presenciando. Se sucedieron momentos de euforia, pasión y entrega, lo que se podría llamar, dentro del argot de la Semana Santa, toda una procesión.

Todo comenzó cuando la reina doña Sofía, acompañada de su hermana, Irene, y la princesa de Asturias, doña Letizia, quien por cierto había llegado a la Isla al mediodía de ayer, junto al príncipe Felipe y su hija, Leonor, decidieron salir de compras por Jaume III. Una tarde muy concurrida, al estar las tiendas abiertas y encontrarnos en plenas fiestas de Semana Santa. El caso es que, a medida que la Reina, la Princesa e Irene caminaban mirando escaparates, la gente se agolpaba cual admiradores, lo que hacía levantar el interés de los demás ciudadanos y turistas.

Los miembros de seguridad de la Casa Real realizaron un buen trabajo, ya que todo el mundo pudo ver e incluso fotografiar con cámaras o con el teléfono móvil a la realeza. A la salida de la tienda y viendo la multitud de gente que esperaba a ambos lados de la calle, decidieron no seguir con las compras y volver a los coches. Fue una misión que habría resultado casi imposible de no ser por el magnífico trabajo de los escoltas.

J. Aguirre
(texto y fotos)