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Después de pasar la noche en el campo 1, a 6.100 metros de altura, Oli y los dos Tolos vuelven a estar en el campo base del Everest, donde se quedarán dos días antes de reiniciar el asalto a la gran montaña. La cascada de hielo del Khumbu vuelve a ser una «ruta abierta y segura», tal como la definieron los tres escaladores. Los riesgos de las intensas nevadas de comienzos de la semana pasada ya son historia, aunque difícilmente se irán de nuestra memoria los tres sherpas que perdieron la vida «por la gloria de los otros». La expedición «Mallorca a dalt de tot. Everest 2006» ya lleva cerca de dos semanas en el campo base y, poco a poco, se va reanudando el ritmo normal de actividad. «Paciencia, mucha paciencia», ésta es la canción que se repiten continuamente los alpinistas mallorquines. «Esta montaña es una prueba constante, si pierdes los nervios estás acabado», sentencia Tolo Quetglas, para quien esta última noche ha sido una auténtica pesadilla. La cremallera del saco de dormir se le rompió y casi no pudo dormir. Y es que un hecho como éste puede resultar todo un drama cuando estás a 25 grados bajo cero sobre un glaciar.

El jueves que viene, Oli y los dos Tolos subirán hasta el Valle del Silencio, donde a 6.500 metros de altura se ubica el campo 2. Muy cerca de los pies de la pared del Lhotse, los escaladores seguirán su proceso de aclimatación para los 8.000 metros. La prueba del retraso de la mayoría de expediciones es que actualmente sólo hay 25 tiendas montadas en este lugar. Justo cuando se acaba de recomenzar la actividad de la mayoría de grupos, puede comprobarse de nuevo el gran esfuerzo que representa la infranqueable barrera de la cascada de hielo del Khumbu, una auténtica reválida para la mayoría de aspirantes a «Everest summiters». En este sentido, Tolo Calafat explica que ha visto la cascada «mucho mejor y más segura» que el año pasado, salvo el lugar donde murieron los tres sherpas. Aunque al «haber caído eserac, el peligro objetivo ha pasado».

A pesar de eso, la intensidad del esfuerzo se refleja claramente en su cara. Este año, el campo 1 se encuentra media hora más lejos que la vez anterior. «El emplazamiento es más seguro, ya que hemos encontrado un turonet fuera del ámbito de influencia de los aludes, muy comunes en la entrada del Valle del Silencio», reconoce Tolo Quetglas. En cuanto a la visión de Oli, el escalador y gran aficionado a la fotografía lamenta que todavía no haya podido tener una perspectiva «clara y limpia» para retratar la pared del Lhotse y el cuello sur del Everest. Las ansias de alcanzar el reto por el cual se encuentran aquí son cada día más intensas. En cuanto a la molesta afección en los pies de Tolo Calafat, éste admite que los remedios que le recomendó el podólogo de la expedición, Pere Aloy Felani, le han ido de maravilla y «ni los he notado» durante la subida de la cascada de hielo. Aparte de eso, el escalador prueba un prototipo de bota Bestard de alta montaña, de la cual afirma con satisfacción que es «muy técnica, caliente y sobre todo cómoda».

Joan Carles Palos