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A primeras horas de la madrugada de ayer llegamos con la carreta y el Simpecado tirado por la pareja de vacas a la casa que la Hermandad de Palma de Mallorca tiene en la entrada de la aldea del Rocío. Pese a la hora, numeroso público se concentró en esa parte de la calle, aplaudiendo a los romeros mallorquines, que, agotados tras hacer más de 30 kilómetros, concluían felizmente el camino. Porque para hacerse uno a la idea de lo que es el Rocío, no sólo se ha de estar en él sino hacer el camino, el nuestro en concreto desde La Palma del Condado hasta la aldea. 30 kilómetros, de lo cuales más de 25 fueron sobre el polvo que, en según qué momentos, se hizo notar, lo cual obligó a más de uno a colocarse la mascarilla y a más de dos a abandonar la carreta para tomar asiento en uno de los bancos de las charretes y carriolas. No pasa nada si uno elige esta opción. Porque lo importante es hacer el camino como sea, a pie, o sobre ruedas, pero a ser posible sobre el polvo, que lo hace más difícil pues obliga a que las vacas tengan que descansar más que si caminaran sobre el asfalto, y esos descansos demoran la llegada y a su vez cansan a quienes caminan, que, a veces, a causa del calor y los mosquitos han de echar mano de las cremas protectoras y repelentes. Tras haber llegado a la casa, se rezó la Salve, se dieron los gritos tradicionales en estos casos -¡Viva la Virgen del Rocío!, ¡Viva la Blanca Paloma!, ¡Viva el Divino Pastorcito!, ¡Viva la Hermandad de Mallorca!-, se expusieron el Simpecado, con la Seu bordada en él, y los distintos estandartes incluido el de Palma, con el escudo de la ciudad plasmado en su centro, lo cual fue la admiración de curiosos y caballistas llegados desde toda España, que a aquellas horas habían tomado prácticamente la aldea, pues, a falta de la entrada de 16 hermandades, andaba ya sobre el millón de habitantes, lo cual hace frotar las manos de alegría al alcalde de Almonte, dados los ingresos que para sus arcas suponen estos cuatro días (en aparcamientos solamente, a 12 euros por día, con más de cien mil coches aparcados, echen cuentas; sumen a ello el alquiler de solares a las hermandades que no tienen casa para aparcar sus carruajes y caballos e ingresos por venta de souvenirs).

Ayer por la mañana fue día de presentaciones de hermandades filiales ante la hermandad matriz, titular de la aldea. Sucedió frente a la ermita del Rocío. Una tras otra, a lo largo del día -la última pasó minutos antes de la medianoche de ayer- todas fueron desfilando ante la más importante. La de Palma de Mallorca, con carreta portando el Simpecado, y miembros de la junta portando los distintos atributos de la misma, así como el resto de rocieros, iniciaron su paseíllo pasado el mediodía, entre una gran ovación de parte de los miles de peregrinos y curiosos que se habían dado cita en aquella explanada, que a medida que transcurrían las horas se quedaba pequeña. Finalizada la presentación, nos retiramos a nuestras respectivas casas, a almorzar -en la aldea hay tres casas de rocieros mallorquines-, mientras, frente a la oficial de la Hermandad (en la calle Muñoz y Pavón) seguían desfilando las hermandades camino de la ermita. A las seis de la tarde tuvo lugar el rezo del rosario en la mencionada casa, y a las diez de la noche asistimos a otro rosario, éste en la casa de La Palma del Condado, hermandad madrina de la de Palma. Como decíamos días atrás, nuestro Rocío, que es el auténtico, nada tiene que ver con el del Tomate, o el de los famosos, algo de capa caída este año, tal vez por la muerte de Rocío Jurado, a la que se ha recordado en el Rocío. Sólo pudimos ver a Isabel Pantoja y a su novio, Julián Muñoz. Mañana, por la mañana, tendrá lugar la misa solemne en la explanada del Real y de madrugada, vayan a saber ustedes a qué hora será, el salto de la verja. Lo más espectacular del Rocío. Decenas de almonteños, tras haber saltado la verja trasladarán a la virgen a la Palma, donde será recibida por la multitud.
Pedro Prieto