La festividad de San Antonio de Padua, abogado de los pobres y conocido popularmente en Mallorca como «dels aubercocs», fue celebrada ayer en la iglesia del convento de los Padres Capuchinos con mucha participación de fieles. La típica «murta» tapizó la acera de la iglesia y la entrada principal anunciando la fiesta. Cuentan las crónicas que nació en Lisboa en 1195. Primero fue agustino y luego franciscano; predicó en Italia y Francia y fijó su residencia en Padua. Falleció el 13 de junio de 1231 a los 35 años.
El padre capuchino Juli Massagué, explicó ayer que «una de sus grandes virtudes fue la predicación. Fue reclamado por los nobles y a la vez se acercó a la gente humilde. San Antonio al tener contacto con los primeros les instó a que les ayudaran». La tradición de San Antonio, impulsada en Palma por el capuchino padre Atanasio de Palafrugell se perpetuó con la bendición y venta de panes. Teresa Pomar y Catalina Serra, colaboradoras de la fiesta, señalaron que «este año ha aumentado de forma espectacular la visita de los fieles. Hemos dispuesto 6.500 panes y tememos que no nos duren para la misa de la noche. Una señora se ha llevado ella sola 250 panes».
Por la mañana se celebraron tres misas, y en la primera el padre Lluis Arrom bendijo los panes. Luego se sucedieron muchas visitas al santo, que también cuenta la tradición que es un santo casamentero, o sea que se le puede «pedir» un novio con garantías de éxito. La ayuda a los pobres, herencia de San Antonio, pervive en esta comunidad que reparte cada día más de 150 bocadillos a los necesitados que acuden a la iglesia a solicitarlos.
Amalia Estabén
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