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El Corpus, celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo y Día Nacional de la Caridad, congregó a miles de fieles ayer en la Seu, en el séptimo centenario de la Catedral de Palma, que se sumaron a la celebración eucarística, presidida por el obispo de Mallorca, Jesús Murgui. Después del oficio solemne, dio comienzo la procesión por la Ciutat Antiga, en un recorrido engalanado con flores, damascos y muchos, muchos abanicos, como manda la tradición.

En el cortejo procesional hubo una representación de la Guardia Montada, la Banda Municipal de Palma, los Tamborers de la Sala y cossiers, entre otros.

Los tañidos de n'Eloi acompasaron la salida de la Custodia con el Santísimo, precedido por las insignias de la Catedral, el tintináculo y conopeo y el cortejo procesional con representación social, política y religiosa.

La 'lledania', cruz procesional del Corpus que antiguamente se adornaba con flores frescas, promesa primaveral de frutos y cosechas, y que con el devenir de los años se ha convertido en una cruz de cera, fue otro de los elementos consustanciales a la celebración del Corpus mallorquín, portada por los miembros de las cofradías de Palma.

Los artificios florales, tapices tan hermosos como efímeros al paso de la comitiva, sí nos recordaron todavía el esplendor de la naturaleza que acompaña al Corpus. Mirto, claveles, hiedra, buganvilias y espigas de trigo adornaban los tapices situados ante la Catedral y Cort.

Al paso por Cort, donde además de los damascos había banderas de España en algunos balcones, la banda interpretó la «Marcha Real» y las banderas de Cort saludaron a la Custodia con el Santísimo.

La alcaldesa, Catalina Cirer, entre el público, repartió pétalos de flores entre los presentes, mientras algunos regidores seguían la procesión del Corpus desde el balcón de Cort, en el que también estaba el conseller d'Interior, José María Rodriguez, disfrutando de la tradicional ceremonia, una de las más populares de la Isla.