Carolina Herrera estuvo departiendo unos minutos con la Reina y la princesa Letizia. Foto: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS

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Segundo día de regatas de la Copa del Rey de vela. Sobrepasadas en unos minutos las diez de la mañana, aparecen por las instalaciones del RN de Palma el Rey, la Reina y los príncipes de Asturias. Mientras, don Juan Carlos, que cubre sus ojos con gafas fashion, se queda un poco rezagado hablando con regatistas, doña Sofía, junto con doña Letizia y don Felipe, se sientan en una de las mesas del fondo. La reina pide Coca Cola y su nuera un agua. Don Felipe, a decir verdad, no sabemos qué pide, aparte de que, como está de espaldas a nosotros, no vemos ni el continente ni el contenido de lo que le traen.

El lugar, a esas horas de la mañana, empieza a ser un hervidero de gente. Periodistas, fotógrafos, regatistas, organizadores, rey, reina, príncipes... Allí no cabe nadie más. «Va a llegar de un momento a otro Carolina Herrera», comenta alguien. Y, efectivamente, llega, como siempre, elegante, de blanco, con gafas claras. Se acerca a la mesa donde está la reina y la princesa Letizia. Saluda a doña Sofía y charla por espacio de unos minutos con la futura reina.

Luego, discretamente, se aparta acercándose a donde esta el «Azur de Puig», su barco, a saludar a la tripulación. Mientras, observamos que don Felipe ya no está en la mesa de su madre, y que su lugar ha sido ocupado por tres señoras, Lourdes Soria, del barco «Mutua Madrileña» y sus amigas Amaya Vallejo y Paloma Fabrés. La conversación entre las cinco es muy fluida. Seguro que hablaban de cosas cotidianas, muy normales y muy bonitas.

Pedro Prieto