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Qué se esconde detrás de Lucía Etxebarría? Quizá una trayectoria literaria tan sólida y exitosa como trufada de controversias. Quizá la proyección de un personaje polémico por los ideales que defiende y plasma en sus libros. Lucía Etxebarría llegó a Mallorca en el yate 'Brideshead', propiedad de Jeremy Irons, con quien «estoy manteniendo un tórrido romance», asegura. En la Isla ha pasado unos días de vacaciones. Madre recientemente, Lucía no oculta que «buscaba la paz y tranquilidad del interior». Con innegable humor, adopta por momentos un tono de ácida ironía para hablarnos de sus novelas, de su faceta activista, de sus reflexiones acerca de la sociedad y del panorama editorial actual. Lucía describe su vieja casa como una biblioteca. Su padre le contagió su pasión por los libros, y ella leía con avidez, lo que llegó a acarrearle problemas. El psicólogo al que acudía, enterado de que la joven Etxebarría leía a un autor prohibido como Proust, le preguntó sin ambages: «¿Por qué no juegas más al tenis?».

La muchacha tampoco es comprendida por las monjas que dirigen su colegio, del que terminan por expulsarla. «Me echaron porque una alumna modelo como yo había sido no podía cambiar de rol, no podía protestar ante las injusticias en un tono tan pedante. Hay que explicar que mi padre estaba metido en política; era amigo de Ruiz-Giménez y Tierno Galván, y desde que yo era pequeña me llevaba a mítines, así que yo hablaba con esa retórica, aludiendo a la causa justa, al batallar...». Ninguno de estos incidentes fue capaz de acallar su talento creativo. Ella era la encargada de redactar las obras de Navidad. «Me tenían de mono de feria y hubo un momento en que lo último que quería era escribir. Durante mucho tiempo lo odié, pero era algo que se me daba muy bien. Así que cuando tuve mis necesidades creativas las saqué por lo que sabía usar».

¿En qué momento hizo entonces de la literatura una profesión? Lucía Etxebarría no se complicaba: trabajaba de periodista porque le resultaba fácil escribir, trabajaba de intérprete porque sabía idiomas. Hasta los 28 años, Lucía trabajó en la empresa privada. Pero «al final, si la escritura es la herramienta que mejor manejas, naturalmente vas llegando a ello. Mi primer libro nació de historietitas que yo escribía para hacer reír a mis compañeros de trabajo. Además, por entonces yo sufría una depresión y aquello me entretenía. Al final tenía una novela. Seguí con la segunda y funcionaba. De repente, la vida me colocó ahí». Además de escribir, Lucía se ocupa ahora de dirigir la 'Colección Astarté', que se ha abierto este año con la publicación de seis títulos. «Para mí es un intento de dar a conocer a escritores parecidos a mí. Estaba harta de ser yo la niña terrible, la polémica...».

Fran Casillas