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Un año de estos la historia podría cambiar y la batalla entre moros y cristianos, que data de 1229, con victoria para los del Rey Jaume I, daría un importante revés. El desembarco de ayer en aguas de Santa Ponça estuvo protagonizado por el buen ambiente entre todos los participantes, con atuendos propios de la época y sables, lanzas, escudos, cascos... bien brillantes fueron lucidos por el pasacalles que realizaron moros y cristianos antes de la primera batalla. Pero todo comenzó como manda la tradición. Héctor Coll, quien dio vida a Jaume I, desembarcó con los suyos en la costa. En el grupo de cristianos se apreciaba una gran minoría con respeto a los moros que les esperaban en tierra y que a gritos de «Jaume traidor, eres un urbanizador» comenzaban a calentar el ambiente festivo.

Por su parte, Jesús Sanz, el rey moro, lucía palmito sobre su hermoso caballo y nos aseguró: «Lo mejor de estas fiestas es que se liga mucho». Así pues, con ese buen humor todos juntos, xeremiers, bandas de música y bailarinas incluidas, llegaron a la pequeña cala de Santa Ponça donde libraron la primera batalla. Rápidamente, los cristianos sacaron sus espadas y combatieron con valentía, aunque los moros, mayor en número, pusieron más impetu y coraje. El público disfrutó en todo momento, captando fotografías y grabando en vídeocámaras cuanto ocurría. Muchos niños y niñas son los que este año se han animado a mantener viva una historia que tuvo tintes trágicos. La conquista de los cristianos en la Isla tuvo repercusiones muy negativas para los moros. Tenían dos opciones: o se convertían en cristianos con todas las consecuencias o abandonaban Mallorca.

Entre los jóvenes participantes, Lluís Colón lucía con orgullo un escudo con la bandera de Mallorca y nos aseguraba que «la batalla la vamos a ganar porque mi papá es el más fuerte». Destacamos la gran presencia de niñas y mujeres, en realidad fue una batalla muy familiar, donde ellas, empuñando las armas ayudaron a los suyos. Finalmente, todos juntos, dejando la historia a un lado, celebraron el desembarco en la arena, con juegos, paseos y cena o visitando los puestos de artesanía que se instalaron en el paseo de la playa de Santa Ponça.

Julián Aguirre