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Socialistas y «populares» protagonizaron ayer un nuevo cruce de acusaciones en el pleno del Congreso sobre la política en inmigración aplicada por el Ejecutivo. El PP volvió a rechazar el ofrecimiento del Gobierno de alcanzar un pacto de Estado para intentar paliar un problema que, lejos de solucionarse, ha conseguido desbordar a las autoridades y superar todas las previsiones.

La situación es grave y tanto el Gobierno como la oposición deberían llegar a un consenso para poner fin a un problema que no supo solventar el Gobierno de Aznar ni, por el momento, tampoco ha sabido el de Zapatero. Pero ni PSOE ni PP parece tener la voluntad suficiente como para alcanzar un acuerdo. Los «populares» piden que el Gobierno reconozca errores en su política de inmigración, además de rechazar un pacto global porque llega tarde y mal. No va a ser fácil que el PP arrime el hombro cuando estamos en el inicio de una precampaña electoral en la que priman, como desgraciadamente sucede siempre, las diferencias y las críticas.

Por contra, los socialistas alaban las virtudes de su política y atenúan el golpe a la opinión pública que ha supuesto la llegada de miles de irregulares a Canarias con el comienzo de las primeras repatriaciones de senegaleses. Por el momento, no se vislumbra un acuerdo puntual y, menos aún, un pacto de Estado que arrincone las acusaciones partidistas y dé prioridad a un esfuerzo conjunto.

Mientras cada partido arrima el ascua a su sardina, ayer volvieron a llegar 300 inmigrantes más a las Islas Canarias. Y, además, seguimos aún a la espera de una mayor implicación de la Unión Europea y de un compromiso claro de los países de origen de los inmigrantes.