Jaume Matas y Pere A. Serra, junto al eminente cardiólogo y otros invitados en la conferencia del Club Ultima Hora. Foto: TERESA AYUGA/JOAN TORRES

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MONICA GONZALEZ
«El tratamiento ha retrasado la mortalidad por enfermedad cardíaca diez años en tres décadas, pero su incidencia no ha bajado». De esta forma, directa y sin paliativos, se expresó ayer el cardiólogo Valentín Fuster (Barcelona 1943), quien pronunció la conferencia «Reto para el siglo XXI: Preservar la salud y la calidad de vida», organizada por eClub Ultima Hora. Director del Instituto Cardiovascular del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, el conferenciante optó por pronunciar su disertación en castellano, «por que soy de los que piensan que hay que llegar a todo el mundo». La charla comenzó con una pregunta: «¿Qué va a pasar en los próximos diez años, del 2006 al 2016, en referencia a la enfermedad cardíaca?», y la respuesta que dio es que tenemos que dar el salto «del tratamiento a la protección de la salud». Pues de lo contrario, auguró, además de aumentar su incidencia, «tendrá un coste económico inasumible».

Defendió sin contemplación la aplicación de leyes rigurosas como las que limitan el consumo de tabaco o el uso de grasas en los restaurantes para incidir en la prevención de enfermedades, especialmente de las cardiopatías, una «epidemia» que representa la primera causa de muerte en el mundo. Fuster recordó el listado elaborado por Naciones Unidas en 2000 sobre los ocho pasos necesarios para lograr una vida de calidad en el mundo; a saber, reducir la pobreza a la mitad, la educación primaria global, la igualdad de sexos, reducir la mortalidad infantil y materna, avanzar en la curación de enfermedades como el sida o la malaria, cuidar el medioambiente y el desarrollo de un sistema global, por el que los países se cuiden unos a otros. «Resulta curioso -advirtióque entre estos ocho puntos no se hace mención a la enfermedad cardíaca, cuando es la primera causa de muerte en el planeta, muy por encima del cáncer». Y la razón es «que los gobiernos deben afrontar problemas agudos y urgentes, y pocos se pueden permitir mirar a largo plazo».

Pero el peligro de los infartos nos acecha a todos, a unos más que a otros. En Estados Unidos, por ejemplo, «cada vez ocurre más tarde, a los 68 años frente a los 58 de hace tres décadas, gracias a los avances en el tratamiento, pero no baja su incidencia, porque no se está trabajando en la prevención». La obesidad, informó a un auditorio que le escuchaba atento, en ocasiones, con cierta aprensión, «es una causa principal, y puesto que ésta, y la diabetes y la hipertensión que provoca, está incrementándose de forma alarmante, en países desarrollados -en EEUU y más aún en Europa-, y menos desarrollados, también lo hará la enfermedad cardíaca». Por tanto, ante este panorama desolador, Valentín Fuster anunció que «ya sólo nos vale aplicar ideas nuevas. Hemos fallado en la prevención y sólo nos queda pasar del tratamiento a la protección de la salud».