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Afortunadamente el primer ataque de un terrorista suicida con un coche bomba contra un convoy español en Afganistán se ha saldado con dos heridos leves, lo que, según el ministro de Defensa, demuestra que nuestras tropas están muy preparadas y cuentan con el mejor material posible para el desarrollo de las misiones que tienen encomendadas. Por su parte, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, expresaba desde Turquía su «apoyo, respaldo y estímulo» a los soldados españoles.

Es preciso, no obstante, tener muy claro que las actuaciones que llevan a cabo los militares españoles en otros países nunca están exentas de riesgo y mucho menos en el caso de Afganistán, donde se ha recrudecido la violencia en los últimos meses con frecuentes ataques a las fuerzas de la OTAN y al mismo Ejército afgano.

Y es esperanzador el hecho de que, pese a los atentados que han recibido nuestras tropas en aquel país, no tengamos que contar con ninguna baja, con ninguna víctima mortal.

Sin embargo, esto no quiere decir que no debamos bajar la guardia y, en todo momento, tenemos que dotar a nuestras Fuerzas Armadas de los medios humanos y materiales más modernos y más efectivos para desarrollar su labor.

Otro asunto sobre el que hay que reflexionar es el porqué del incremento de la tensión en la zona y cómo se puede contribuir desde la comunidad internacional a relajarla para conseguir un escenario que facilite el regreso a la normalidad en Oriente Medio.

El giro que puede darse en la política norteamericana tras la victoria en las legislativas de los demócratas puede ayudar a variar el rumbo, pero eso, por el momento, sólo es una esperanza remota.