TW
0

JOAN J. SERRA
GESA-Endesa está culminando el derribo de la antigua central eléctrica de Sant Joan de Déu, una de las obras de demolición más importantes jamás realizadas en Balears, mientras que la nueva central de cas Tresorer se prepara para tener operativa una tercera turbina el próximo verano.

El derribo de Sant Joan de Déu, que borrará para siempre una de las estampas más conocidas y a la vez polémicas del Coll den Rabassa, se inició el pasado marzo y concluirá en las próximas semanas. Actualmente, sólo quedan por demoler las antiguas turbinas. Derribar Sant Joan de Déu no ha sido fácil. No se ha tratado simplemente de acudir allí con las máquinas y empezar a tirar muros y estructuras. Previamente fue necesario realizar una minuciosa y delicada labor de separación y recogida de materiales tóxicos y peligrosos, como por ejemplo el amianto que recubría calderas y turbinas. En la actualidad, el uso de amianto está absolutamente prohibido por ser un material peligroso, pero estaba autorizado cuando se construyó la central. También se han retirado los ácidos de las baterías y diferentes filtros. Destacable resulta la recogida de 1,4 millones de litros de fuel y lodos que quedaban en los tres tanques de combustible. Los depósitos fueron abiertos para que se ventilasen y se dispersara un tanto su impregnación a la hora de acometer su derribo. Todos los residuos tóxicos y peligrosos han sido entregados a gestores autorizados.

Básicamente, se han demolido las calderas, el equipamiento auxiliar, las chimeneas (que se construyeron recortadas para no afectar al aeropuerto) y las oficinas. Quedan por tirar abajo las estructuras de hormigón que albergaban las cinco turbinas que funcionaban en Sant Joan Déu, cada una de ellas de 40 megawatios. En total, 200 megawatios, menos de la mitad de la potencia de las centrales actuales de Son Reus y es Murterar.

En el derribo de Sant Joan de Déu se han empleado hasta ahora miles y miles de horas de trabajo, con puntas de 55 personas trabajando, lo normal es que lo hagan unas 50, y siete máquinas operativas entre picadoras, excavadores, imanes y tenazas, además de los camiones de transporte.

Una parte de los escombros se tritura y sirve para recubrir las antiguas zanjas por donde discurrían las tuberías que tomaban agua del mar para la refrigeración de la central.

Mención aparte merecen los piezas y los fondos documentales que se han recuperado, algunos en perfecto estado: paneles de la antigua sala de control, instrumental del laboratorio químico y de ensayos electrónicos, voltímetros y amperímetros de la antigua central de Alcúdia, manómetros de las antiguas centrales de la Costa del Gas, numerosas piezas de recambio realizadas por los propios talleres de la antigua GESA y, como documentos, todo el proyecto de Sant Joan de Déu y papeles de otras centrales, como por ejemplo libros de incidencias.

Mientras tanto, el Ajuntament de Palma tramita la licencia solicitada por GESA-Endesa para construir en el solar resultante de Sant Joan de Déu la nueva sede de la empresa, con oficinas, almacenes, talleres, parque de vehículos, centro de formación y museo. Sant Joan de Déu empezó a funcionar en 1968, pero su historia se remonta tres años antes, cuando GESA, que por entonces pertenecía al Instituto Nacional de Industria (INI), presentó un proyecto de construcción de una nueva central térmica.