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La sesión de control al Gobierno en la Cámara Baja que tuvo lugar el miércoles fue un nuevo ejemplo de enfrentamiento y discrepancias entre los socialistas y «populares». En el octavo mes desde el comienzo del proceso de paz, la negociación con ETA fue el protagonista de un debate poco clarificador y con demasiados interrogantes todavía por responder. Zapatero fue cauto y rechazó cualquier tipo de presión a los jueces en el proceso de paz. Tampoco quiso hablar de las consecuencias que el Gobierno iba a adoptar si se confirmaba que ETA era la autora del robo de más de 300 pistolas en Francia, algo que ya ha confirmado la policía francesa.

Así las cosas, los ciudadanos siguen más desconcertados que hace ocho meses. No sólo por las tajantes exigencias de Arnaldo Otegi en la negociación, sino por la ausencia de información por parte de Zapatero y por las últimas decisiones de la Fiscalía en torno al entorno de la ilegalizada Batasuna. Si en 2005 pidió procesar a 35 responsables de 120 herriko tabernas, ahora anuncia que no puede tomar medidas cautelares contra los responsables de estos locales por falta de pruebas suficientes, hecho que ha levantado las iras del PP y que aleja todavía más una esperada unión entre el PSOE y el PP para luchar juntos a favor de la paz.

Han pasado ocho meses desde que ETA anunciara una tregua. Nadie sabe cómo y cuándo va a acabar este llamado proceso de paz, que sin duda será largo y difícil, pero lo importante es que pese al robo de las pistolas y la violencia callejera, llevamos tres años y medio sin atentados mortales. Pero no basta, se debe lograr una paz definitiva. Si no se consigue, si se rompe la tregua, la única responsable será ETA.