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Una finca ubicada en la carretera de Pollença a Sóller, situada en un lugar privilegiado por su extraordinaria belleza, pone en funcionamiento dos o tres veces al año una tafona centenaria en muy buen estado para realizar una pequeña producción de aceite de manera artesanal y para consumo propio, tal y como hacían nuestros ancestros en la antigüedad.

De hecho, cada año se reúnen dos o tres veces para poner en marcha la tafona y, aprovechando la ocasión, el acto se convierte en una pequeña fiesta, y ahora ya en tradición.

La última reforma que sufrió esta tafona es del año 1833, pero sus dueños piensan que es mucho más antigua. De hecho, toda la casa es muy antigua.

En la puerta de la entrada hay un arco con fecha del 1840, y pegado a éste, una torre morisca de defensa de los siglos XII-XIII. El proceso para la elaboración de aceite con la tafona empieza con una máquina, muy rudimentaria, que separa las aceitunas de las hojas y los brotes de los olivos. Esta máquina funciona con una batería eléctrica y con un sistema de poleas elaborado con neumáticos de bicicleta.

Una vez separadas las aceitunas de las hojas, se colocan en etrul (molino de piedra) y una mula va dando vueltas poniendo en funcionamiento la piedra que tritura las aceitunas.

La masa resultante de este proceso se coloca en los esportins, donde se prensa hidráulicamente. El líquido restante se almacena en unas piques donde, debido a la diferencia de densidad, el agua se separa del aceite. Después, el aceite se centrifuga y se libera de impurezas, y, finalmente, se guarda en depósitos de piedra donde permanecerá hasta su embotellado.

Joan Sampol