El populismo de Hugo Chávez ha recibido un espaldarazo con la reelección del líder venezolano como presidente de la república por tercera vez con un amplio margen de ventaja sobre el opositor Manuel Rosales. Todo el proceso se ha desarrollado dentro de la más absoluta normalidad y la asunción de los resultados se ha hecho sin sobresaltos, muy al contrario de lo que acaece en México día sí y día también. La decisión inapelable del pueblo de Venezuela no deja lugar a dudas sobre la inclinación política que prefiere.
Chávez anunciaba su intención de profundizar en la revolución socialista bolivariana. Realmente nada nuevo después de sus dos anteriores mandatos. Y a nivel internacional tampoco va a haber modificaciones sustanciales. Continuará la política de críticas a Estados Unidos y a su «capitalismo», regalándonos los oídos con algún que otro insulto o descalificación hacia el inquilino de la Casa Blanca.
Sin embargo sí hay algo a lo que, incluso el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ha instado. Y es a tener en cuenta a esa oposición a la hora de gobernar, integrando a ese 40 por ciento de los votantes que se han decantado por Rosales.
Aunque no sea muy tranquilizadora la victoria de Chávez para algunos de sus países vecinos ni para los EEUU, sí que es destacable la madurez con la que los venezolanos han asumido los resultados de estos comicios, muy lejos de las algaradas, la violencia y las muertes acontecidas a continuación de otros procesos electorales.
Ciertamente habrá que estar expectantes ante las decisiones que adopte Chávez, pero la normalidad de las elecciones, realmente, una muy buena noticia.
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