Permanecieron debajo del agua 40 minutos, en la zona de las Malgrats, entre 'vacas', 'tutes', barracudas y pulpos.

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C ada uno celebra la Navidad como puede y sabe. Unos lo hacen en torno a una buena mesa. Otros cantando villancicos. Y otros en el fondo del mar, vestidos de Papá Noel. Este es el caso de cinco amigos: Simón, Ana, Àlvaro, Miguel y José, son sus nombres. Sobre las nueve y media de la mañana de ayer, a bordo de una embarcación de uno de ellos, desde el Club Náutico de Port Adriano (Calvià) salieron vestidos de Papa Noel, tomando la dirección de las Malgrats. A poco de llegar a ellas se zambulleron. Uno tras otros, lanzándose de pie o de espaldas. Sin prisas, pasaron casi tres cuartos de hora cerca del fondo. Lo más complicado fue lograr que el gorro no se les desprendiera de sus cabezas. Por lo demás, fue un rato explendido, allá abajo, entre barracudas, vacas, alguna que otra tuta, serranos y viendo de vez en cuando a un pulpo que les observaba desde el orificio de la roca, con cuyo color estaba a punto de mimetizarse. Un lugar tan cerca, pero también tan alejado del mundo cotidiano; un espacio abierto en el que el silencio se adueña de él, donde el tiempo no corre -bueno, el de ellos, marcado por la capacidad de las botellas, sí- y en el que el espectáculo nada tiene que ver con el de la superficie. Y como encima -traje de Papá Noel aparte- van bien abrigados, y la visibilidad del fondo de las Malgrats es, dentro de lo que cabe, excelente, el gozo es mayor. Porque algunos, al verlos, puede que digan que «esos tíos están piraos». Además, lo bueno de ellos es que no lo hacen ni por solidaridad hacia alguien, lo cual es muy habitual en estas fechas, ni para superar una prueba, también típica en estas fechas del año, en que un montón de gente -niños, señoras, señores, señoritas- se lanzan al agua en el puerto, río o lago de cualquier lugar del mundo, sea cálido o gélido, con la intención de hacer una travesía más o menos corta, sino que lo hacen por puro placer y diversión, que es el mayor placer y la mejor diversión que uno puede darse, incluso por Navidad. Por ello, no nos extrañaría que el próximo año pudieran aparecer imitadores.

Pedro Prieto