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Cuando Edison inventó la bombilla cambiaron muchas cosas en el mundo y una de ellas es la Navidad. Las luces tomaron las calles de las ciudades y los pueblos y la iluminación se convirtió, junto al frío, a la nieve de algunos lares, las campanillas y el papel de regalo, en algo inherente a la Navidad.

Poco a poco, el hecho de iluminar por Navidad las normalmente oscuras y acaso tétricas calles y plazas de los pueblos pequeños pero también los grandes, se convirtió en una tradición que hoy es ya una obligación y, en algunos casos, un verdadero quebradero de cabeza para los responsables municipales de iluminación nadalenca.

De hecho, en la mayoría de los pueblos de Mallorca, el acto oficial de activar la iluminación suele significar y simbolizar junto a la suelta de cohetes, el inicio oficial de las fiestas de Navidad. Pero los tiempos cambian y las luces típicas con bombillas de ir por casa colocadas en forma de estrella de Oriente o demás figuras típicas de estas fechas, también han sido sustituidas por tubos luminosos de bajo consumo. La administración y los ayuntamientos piden precaución a la hora de consumir electricidad y, por ello, son los primeros que deben dar ejemplo.

Josep Maria Sastre/
Maria Nadal