Es desconcertante comprobar cómo la clase política es capaz de discutir sobre algo en lo que todos los ciudadanos y partidos estamos de acuerdo: no a la violencia y al terrorismo. La petición del Partido Popular de desconvocar las dos manifestaciones que se celebran hoy en Bilbao y en Madrid roza el esperpento. Sobre todo, después de que los «populares» exigieran introducir la palabra «libertad» como condición para sumarse a la marcha de Madrid y, finalmente, lo consiguieran.
De nuevo, el PP se ha quedado solo. El partido podría apoyar sin ningún tipo de problema moral cualquiera de las dos convocatorias, que claman por la paz, la vida, la libertad y contra el terrorismo. Los «populares» han llegado demasiado lejos al pedir que la exclusión de cualquier negociación con los etarras y el regreso al Pacto Antiterrorista formen parte de los lemas de las marchas. Estas dos premisas podrían ser centro de otra manifestación, pero en cualquier caso, son dos cuestiones cuyo óptimo escenario de debate sería el Congreso, no la calle. Este entramado de lemas roza el ridículo. Lo único que ha conseguido es olvidar que hace tan sólo unos días fallecieron dos personas en un atentado de ETA y que todos queremos la paz, fundamento que en lugar de dividir posturas deberían unir a todos los partidos en dos macromanifestaciones que reflejaran el apoyo de todos los ciudadanos a los dos ecuatorianos fallecidos y el total rechazo al terrorismo y a la violencia.
El PP se ha olvidado de lo más importante y se ha cerrado en banda sin tener motivos para no acudir a ambas manifestaciones. No acudir supone mucho más que no estar de acuerdo con el Ejecutivo. Supone poner por delante el interés partidista en lugar de apostar por la unidad para conseguir una paz rota por ETA el pasado 30 de diciembre.
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